Eduardo Zapata

ESTE LUCHO SABE MUCHO

ESTE LUCHO SABE MUCHO
Eduardo Zapata
19 de enero del 2017

¿Por qué Castañeda logró lo que parecía un imposible jurídico?

Primer hecho inobjetable: el contrato de concesión del peaje de la Panamericana Norte a favor de Rutas de Lima afectaba el derecho al libre tránsito que garantiza la Constitución. Señalar —como lo señalaron de la empresa concesionaria— que la avenida Gambetta era una “vía alterna” era no solo un insulto a la inteligencia, sino un gesto de arrogancia del que cree que todo lo puede.

Segundo hecho inobjetable: a pesar de que las tarifas de peaje aumentaron un 66% desde el momento en el que el concesionario se hizo cargo de la vía, el recorrido Ancón-Puente Primavera, que antes de Rutas de Lima se hacía máximo en una hora y media, pasó a significar dos horas como mínimo y con suerte. Cobrar por un servicio que no se da constituye una estafa.

Tercer hecho inobjetable: evidentemente lo anterior significa que la inversión realizada en nuevas obras no obedeció a un criterio técnico para darle fluidez al tránsito.

Cuarto hecho inobjetable: casi con cinismo, la concesionaria decía que la inversión era íntegramente privada y que eso le concedía derechos exclusivos y derivados de ello. Todos sabemos que la Panamericana Norte existía ya y que había sido hecha con nuestros impuestos. Y que, entonces, echar asfalto para ampliar un carril en algunos tramos, hacer bonitos jardines verticales en otros o aun grandes intercambios viales perfectamente inútiles solo constituían ornamento y pretexto tal vez útiles para sobrevaloraciones.

Quinto hecho inobjetable: la magnitud de la rabia ante la violación de la Constitución y la estafa era tal que el ofrecimiento de “suspender el peaje por treinta días” resultaba una provocación más.

Pero don Luis Castañeda Lossio aprovechó anteayer el olor a multitud para anunciar con energía “el peaje de Chillón no va más”. A pesar de que días antes había manifestado que estaba “atado de manos” por el contrato suscrito por Susana Villarán.

Y van dos reflexiones. Una primera referida a las autoridades, a la prensa en general y a algunos “especialistas”. Porque casi todos —al unísono— calificaron de vándalos a todos los que protestaron. Una conductora de televisión se atrevió a decir que no había “una cultura de pago de peaje” y una especialista no dudó en recordar desde su magnificente sapiencia que los protestantes “Deberían saber que una buena carretera… acortará los tiempos de viaje”. Sería bueno que antes de opinar —más aún si se trata de opiniones interesadas— se constaten los hechos: mayor peaje, mayor demora.

Una segunda reflexión está referida a la necesidad de esclarecer el porqué de esta nefasta concesión. Y a esclarecer cómo y por qué el alcalde de Lima logró lo que casi toda la prensa —en un principio— decía que era un imposible jurídico. No basta con decir que el peaje no va. Es tal vez más importante saber tal vez por qué “fue”, pese a los hechos inobjetables enunciados al principio de esta nota.

Quienes siguen esta columna sabrán que nuestra posición ha permanecido inalterable. Mi reconocimiento en alta voz al Dr. Wálter Gutiérrez, Defensor del Pueblo, y al economista Juan Mendoza, porque dijeron lo que éticamente debía decirse.

Por Eduardo E. Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
19 de enero del 2017

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