Eduardo Zapata

Estado y credibilidad

Estado y credibilidad
Eduardo Zapata
08 de septiembre del 2016

Cómo asegurar la conectividad/confianza entre Estado e individuo

El Estado, en tanto construcción simbólica, es un producto. Como tal, está inmerso en la oferta y la demanda. Sometido al consumo, a la constante verificación de su eficiencia e inevitablemente sometido a la obsolescencia, al desgaste. La atención al mercado no significa solamente qué signos utilizo para vender un bien o servicio, sino que compromete la conceptualización misma del producto. Si vale la pena hacerlo y qué características debe tener.

En la lógica de la producción y consumo de signos, y para que el signo se posicione e institucionalice entre los usuarios, nadie prescinde de estos para la construcción misma del bien o la configuración del servicio. De hecho, a nadie se le ocurre definir un producto y sus características si no es trazando un perfil de expectativas del consumidor.

Si aceptamos que el Estado es una construcción simbólica que implica el establecimiento de una serie de funciones, redes y relaciones políticas y sociales entendidas como un vehículo de acción colectiva para la solución de problemas públicos, las funciones, relaciones e instituciones para la solución de esos problemas no pueden siquiera conceptualizarse sin tomar en cuenta aquello que puede ser percibido como útil, aceptado por el usuario y consecuentemente creíble y sustentable. Es urgente, entonces, conocer anticipadamente las condiciones semióticas en que se desarrollará el consumo de signos.

La investigación lingüística y semiológica de un lado, así como los trabajos en laboratorio realizados desde las neurociencias han terminado por confirmar este aserto. Individuos, modos de interacción e instituciones sociales se transforman por efecto de la lógica introducida por cada tecnología de la información. Citamos como referencia los trabajos de Raymond Colle, Gary Small, Gigi Morgan, R.P. Abelson, Susan Greenfield y F. Huttenlocher, entre otros.

La plasticidad del cerebro se ve afectada por las tecnologías de la información. Palabra hablada, palabra escrita y palabra electrónica configuran modos distintos de producción de sentido para las personas adscritas a dichas tecnosferas y entendidas –así– como sistemas culturales.

De donde se extrae la conclusión de que si se desea asegurar conectividad/confianza entre Estado e individuo, así como institucionalidad y gobernabilidad, es indispensable preguntarse acerca de los grados de predicatividad (obras y servicios que sirvan), gratificación (satisfacción de motivaciones reales) y economía (optimización del costo/beneficio) que actualmente ofrecen los signos que exporta el Estado peruano, tomando en cuenta que este opera con usuarios adscritos a tecnósferas de la palabra hablada, de la palabra escrita y de la electronalidad. Con las implicancias que esto conlleva sobre la sociósfera y la infósfera.

 

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
08 de septiembre del 2016

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