Espionaje: La justa dimensión

Reflexiones y recuerdos para analizar el espionaje chileno reciente sin apasionamientos.         

Hace unos meses, y por los canales diplomáticos correspondientes, Angela Merkel le hizo llegar al gobierno de los Estados Unidos su malestar por el espionaje norteamericano a sus comunicaciones. A esta mujer de carácter innegable, no se le vio dando gritos destemplados como ¨esto no se iba a quedar así ¨. 

Claro que Merkel no tiene los nervios crispados por una ola creciente de sólidos indicios de lavado de activos y corrupción que involucren a los miembros de su familia consanguínea y colateral, tampoco ha encargado la seguridad de sus ciudadanos a un individuo encausado por asesinato, ni hubo (cuando menos) indicios de conflicto de  intereses en su Gabinete, ni ha tenido que emular a Judas para negar a los amigos de la familia encausados o investigados por operaciones de dudosa legalidad. Tampoco, que yo sepa, ha enviado con rodilleras a dos de sus ministros ante una turba conducida por individuos prontuariados del primer partido que fundó. Ella tampoco puede ser acusada de entorpecer el desarrollo, ni de nadar estilo muertito frente a la delincuencia y el crimen organizado, ni de permitir que el país se convierta en el primer productor de cocaína, sin mencionar la creciente producción de heroína en la selva norte. 

Angela Merkel, por supuesto, tampoco ha confesado ninguna admiración por un dictador militar que haya destruido la capacidad productiva y la institucionalidad de su país y que haya acabado tan desprestigiado que (anticipándose al gesto del Dictador Videla en Argentina)  envió a la división blindada a invadir a su vecino sureño, que en aquella época intentaba reponerse de la debacle en la que lo dejó un gobierno socialista alentado por La Habana, hecho que aceleró otro golpe militar capitaneado inéditamente desde desde la frontera, frenando el absurdo escape bélico para la propia incapacidad. 

Estados Unidos estuvo en Guerra con Alemania hasta 1945, es decir hasta hace 70 años, sin embargo, desde hace más de 50 años son aliados militares y comerciales, que, presumiblemente, de cuando en cuando, se espían. Cuando son descubiertos, el espiado se ofende y utiliza ese hallazgo para apalancar mejores condiciones en la alianza existente. 

En 1883, hace 132 años, Perú y Chile se enfrentaron en la Guerra del Pacífico. Somos aliados junto con México y Colombia, en la Alianza del Pacífico. Es natural presumir que por razones profesionales cada fuerza armada, trate de husmear con mayor o menor éxito en que que andan los aliados. Es también natural que la cancillería (no el Presidente) utilice las herramientas del Derecho Internacional para reclamar enérgica y civilizadamente por la invasión de la privacidad de la Defensa Nacional, hecho menos grave, por cierto, que promover la subversión en nuestro país, como sistemáticamente lo hacen Cuba y Venezuela desde el 2006. 

Quiera Dios que el entusiasmo por el repentino éxito en alinear titulares y voces por un acto ocurrido y descubierto hace ya un tiempo, que sale hoy a la luz ¨oportunamente¨, no reedite sueños de un 5 de Abril versión 2.0 o  de la insensata gesta fallida de Agosto de 75, como anhelan, desde adolescente, al menos un ministro.   

Por Dardo López-Dolz
10 - Mar - 2015