Manuel Gago

Espartano post capitalista

Espartano post capitalista
Manuel Gago
02 de noviembre del 2015

El conocimiento como protagonista de los nuevos tiempos

Las caras de la política pueden ser bonitas pero no pueden estancarse en discursos que fueron fuente de hambre e injusticias en distintas partes del mundo. De estatismo saben quienes pintan canas. De progreso saben los países del Pacífico asiático que hace más de 50 años fueron aldeas de agricultores, ganaderos y pescadores, y que ahora tienen tecnología propia, negocian valor añadido en el mundo y son primeros en las evaluaciones educativas PISA. Aquí, hace 50 años ya había ciudades consolidadas.

En 1944, Huancayo tenía conservatorio de música, Academia de Artes y Oficios - una suerte de universidad en ciernes -, Club de Tiro e inagotable actividad cultural y social. Un potencial de enormes posibilidades que de pronto se estrelló contra la pared. Nuevas ideologías penetraron en la población espantando liderazgos débiles, cimentando taras que siguen siendo lastre, deteniéndolo todo. “El rico ya no comerá de tu pobreza”, todavía vivito y coleando. No hay desfile sin marchas militares, ni ceremonia oficial sin comenzar sin generales de la PNP y EP, ni saludo sin sumisión, ni discursos sin acartonamientos, huachafos e insoportables, de poca sustancia, síntesis e ideas nuevas. ¡Sin siglo XXI!

Con tantos artilugios electrónicos y nuevas maneras de comunicación instantánea y todavía enganchados en discursos sesenteros, enarbolando estados empresariales, recursos estratégicos, asistencialismos, como si todos los pobres fueran portadores de discapacidades físicas y mentales; control de contenidos de los medios y Constituyente para una nueva Constitución como si las leyes sirvieran de mucho en un Perú que vive al margen de ellas. El 70% de la informalidad es, justamente, consecuencia de la enorme complejidad de esa legalidad que no penetra en la gente.

Peter Drucker, en “La sociedad Post Capitalista”, dice que el conocimiento es el protagonista de los nuevos tiempos. Ya no son ni capital, ni proletarios, ni lucha de clases, ni burguesía los que determinan el futuro de las naciones. Las personas educadas con sus conocimientos migran donde creen pueden ser más útiles a cambio de mejores remuneraciones y nivel social. Así como hay un orden económico dándole prosperidad a gran parte del mundo, también hay romanticismo nostálgico por un socialismo que ya fue y complicidad con esas fortunas que viven de la pobreza y del medioambiente. Bandejas de plata y oro que extienden a los ricachones mundiales e instituciones gubernamentales para mantener el status quo de la ignorancia y el abandono.

Anuor Aguilar y José Galindo, en “El Ejecutivo Espartano”, le dicen al ciudadano post capitalista que hay que “movilizar emociones e inspirar el cambio, que hay que luchar por creencias, valores y principios, que la fuerza no es individual, que es de un equipo, que todo lo simple es eficiente y que lo complejo deficiente, que no hay nada más peligroso que los tontos con iniciativa”.

Y son muchos los tontos con iniciativa dirigiendo los destinos del país. Mire algunas alcaldías y gobiernos regionales. Zamarros organizados, festinando los presupuestos junto a proveedores ansiosos por estrenar y conducir autos de lujo, mismos Oropeza.  

No todo es color hormiga. Nuevas olas golpean las mentes juveniles,  deseosas por estudiar, conocer el mundo, vestir bien, comer rico, patonear hasta el amanecer, tener amigos en todo el mundo, el ticket para el concierto del día y decidir su destino.

¿Qué falta? ¡Liderazgos frescos y espartanos, no caras bonitas!  

Por: Manuel Gago

Manuel Gago
02 de noviembre del 2015

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