Édgar Villanueva

¿Esclava de su proyecto “esclavista”?

Sobre la polémica iniciativa de Rosa Bartra

¿Esclava de su proyecto “esclavista”?
Édgar Villanueva
27 de febrero del 2018

 

En política, todos cometemos errores. La clave es no cometer uno garrafal, porque te puede llevar al ostracismo. La congresista Bartra ha formulado un proyecto de ley denominado “Ley que modifica las modalidades formativas laborales” (P. L. N° 1215-2016/CR), que fue introducido al debate en la última sesión de la Comisión Permanente del Congreso y aprobado por amplia mayoría, modificando la Ley N° 28518. Pero casi automáticamente, una vez aprobada, la norma fue objeto de cuestionamientos de diversos sectores y tildada como “Ley del esclavo juvenil”, politizándose raudamente el asunto.

Ante las críticas, Bartra salió a defender su iniciativa calificando de “mitos terroristas” los argumentos de sus detractores, asegurando que defendería la norma “hasta las últimas consecuencias”. A las críticas se sumaron el ministro de Trabajo, congresistas, empresarios y especialistas laboralistas. Tan veloz fue la cosa que todos los voceros, incluido el keikista, solicitaron al presidente Galarreta retirar sus firmas que exoneraban de segunda votación al proyecto, curándose en salud ante el rechazo creciente y, enviando, de taquito, la iniciativa al limbo. Rosa Bartra tuvo que retroceder y puso “en pausa” su propuesta. Todo este revuelo sucedió en menos de 24 horas. El día viernes los estudiantes de institutos realizaron una movilización contra Bartra y el Congreso, y preparan otra para hoy.

La norma frustrada carece de una visión de conjunto sobre la problemática laboral en general, y en particular del empleo juvenil y su relación con la necesaria capacitación para cubrir los requerimientos del aparato productivo. Importante asunto, ya que con leyes “parche” no se resolverán los temas de fondo sobre desempleo y subempleo. Y también un demostración de cómo anda desconectado el Parlamento de la realidad.

Este tipo de procesos que priorizan iniciativas individuales que “ven el árbol y no el bosque”, que buscan protagonismo antes que alternativas sustanciales, solo generan confusión, desorden e innecesarias confrontaciones. Desprestigian más al Congreso por sus idas y venidas, junto a sus autores, amén de crear sospechas de favorecer a empresarios lobistas que obtendrían ya no solo mano de obra barata, sino ¡gratuita! Y presuntamente también a institutos privados que carecen de infraestructura y quieren salvar las vallas legales para su acreditación.

La señora Bartra preside la más importante Comisión Investigadora (Lava Jato), en la que ya se le acusó de usar “guantes de seda para los de su entorno”, pero “mano de hierro contra otros que no son de su esfera” (Ver Caretas 2527, “La Comisión Lava Jato es un paseo”). Sin duda que su frustrado proyecto “esclavista” (el mote ya está chantado, y en política sucede así), le pasará factura a los ojos del pueblo. Fueron errores haberlo acelerado en la Comisión Permanente, aprovechando su mayoría; luego su sobrerreacción tildando de usar “mitos terroristas” a sus críticos, y afirmar que defendería la Ley aprobada a “toda costa”; para luego —en menos de 24 horas— retroceder, usando el eufemismo “ponerlo en pausa”. Y finalmente “saludar” (¿?) que el proyecto vaya a la congeladora para un “mayor debate”.

Todo ello generará, como mínimo, una percepción de inconsistencia y falta de expertise en ella. Así, una persona que se esforzaba por mostrarse articulada se ha desarticulado por no tener una visión más holística en temas tan sensibles como la educación y su conexión con el desempleo y subempleo. Si “fue un error no haberlo socializado antes” (Bartra dixit), hubo otro error político de origen: no haber pensado en hacerlo antes.

Tenemos a Bartra en su laberinto y está por verse cómo impactará esto en su labor en la Comisión Lava Jato; y si perjudicará, en cascada, a dicho grupo. Por eso vuelve a la carga política, en evidente control de daños, presionando a PPK para que declare ante la Comisión, vía incluso un "ultimátum” en coro con otros opositores que, paralelamente, exigen la renuncia presidencial (por el temor de no alcanzar los 87 votos si fuerzan la vacancia). Todo ello a sabiendas de que el Presidente ya señaló que los recibirá después de la declaración de Barata. Además todos sabemos que PPK está obligado a esclarecer todas las graves imputaciones que tiene.

En estos tiempos, todo hecho se conecta velozmente en la percepción de la población porque la tecnología pone la noticia en tiempo real. Ahora es difícil usar los “compartimentos estancos” para escabullirse. Hay la sensación de que la “clase política” está asustada. Lo ocurrido con esta “Ley del esclavo juvenil” (“píldora del día siguiente”, le dicen) lo demuestra.

Vivimos en incertidumbre y cualquier cosa puede suceder. Los de arriba no dirigen bien, el pueblo está muy sensible y muestra signos de rabia contenida con tanto enfrentamiento en las alturas, y han perdido credibilidad el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Sistema de Justicia. En estas circunstancias es mejor que esa “clase política” camine más reflexivamente, buscando alternativas mínimas de consenso para salir de la parálisis y defender la democracia; sin dar tregua ni a los corruptos que buscan impunidad ni a los enemigos de la democracia que quieren empujar al Perú al abismo para pescar en río revuelto.

 

Édgar Villanueva
27 de febrero del 2018

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