Jorge Nieto Montesinos

Escenario abierto

Escenario abierto
Jorge Nieto Montesinos
25 de noviembre del 2014

Las condiciones en que llega el país a una campaña electoral adelantada por Humala

La campaña del 2016 ha empezado. El presidente de la República ha largado el proceso llamando a sus huestes a vestirse el traje de fajina electoral, aún contra los intereses de su propia gestión, como si buscara una huida hacia adelante. El primero en acudir a su llamado ha sido el mismo, con su lenguaje más sentido. Todos los actores políticos, que ya hacían calistenia,  ahora disponen de plena y legÍtima libertad para dirigir sus movimientos en función del objetivo eleccionario.

Crecientemente la lucha por los votos llevará a campañas de aniquilamiento o subordinación del adversario; la acumulación de denuncias, escándalos y escandaletes; la construcción de escenarios electorales futuros con la promoción de prioridades en la agenda pública favorables a la propia oferta electoral –no necesariamente a las necesidades de la sociedad-; la negociación de coaliciones que permitan abatir resistencias y resolver debilidades electorales. Es una lastima porque aÚn faltaba un trecho de gobierno, con responsabilidades para el ejecutivo y para la oposición. El tiempo para reformas serias y consistentes parece haberse abdicado.

Será un proceso largo plagado de campañas negativas. Se ha dicho ya que eso favorece la liquidación de los contendientes principales y la emergencia de liderazgos de última hora. Ya ocurrió antes. No se ve porque no ahora. Aunque hay quien dice con mucha autoridad que las elecciones regionales y las elecciones nacionales no tienen nada que ver entre sÍ, que se rigen por lógicas distintas, las cifras nos dan otra lectura. En las elecciones regionales del 2002 el Apra ganó casi la mitad de los gobiernos regionales; en el 2006 García ganó la presidencia. En el 2010 los movimientos de carácter regional ganaron un poco más del 70% de esos gobiernos, muchos en alianza con el Partido Nacionalista; en 2011 Humala ganó la presidencia.

En el 2014 el 80% de los gobiernos regionales han sido ganados por movimientos de este tipo. Los partidos nacionales, como tales, han dejado de existir. El mejor rendimiento relativo de Alianza para el Progreso, Fuerza Popular, Acción Popular o Somos Perú no alcanza para corregir esa afirmación. En conjunto todos los partidos han logrado el 32% de la votación nacional. A los que mejor les ha ido han logrado victorias con solo el 10% de sus candidatos. Ninguno ha cubierto con sus militantes todos los cargos en disputa, ni lejanamente. Si a todo eso se le suma el desprestigio de los partidos y de sus principales líderes, más la crisis moral de nuestras instituciones, el escenario electoral está más abierto que nunca. Contra todo pronóstico, la situación reclama un liderazgo sorpresivo –me cuido de decir outsider-, con su caudal de incertidumbre, de ánimo refundacional, de improvisación. La broma de Heduardo –“el neomontesinismo trabaja para que el neofujimorismo y el neoaprismo pasen a la segunda vuelta del 2016”-, aguda, dibuja solo el deseo autovindicante de algunos.

En un contexto de adversidad económica internacional y de corrupción rampante ante las presiones seductoras de los dineros criminales, lo que hasta aquí se ha hecho ya no basta. Se requiere innovar, so riesgo de quedar como estatuas de sal hipnotizados por los logros del pasado. De los tres clivajes que organizarán la escena electoral en el 2016 –la recuperación y cualificación del crecimiento económico; la seguridad ciudadana y la derrota del crimen organizado; la demanda ética y moral ante la crisis de las instituciones-, esta última es indispensable para resolver las dos primeras. Solo líderes de alta densidad ética pueden rescatar las instituciones de la democracia para la República. ¿Habrá quienes se hagan cargo de esto?

Por Jorge Nieto Montesinos

25 - nov - 2014  

Jorge Nieto Montesinos
25 de noviembre del 2014

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