Dardo López-Dolz

Esa sentencia no me gusta

Esa sentencia no me gusta
Dardo López-Dolz
11 de noviembre del 2014

Acerca del poco respeto a la autoridad y la ley que impera en nuestra sociedad

Las democracias sólidas se caracterizan por el respeto absolutamente internalizado de la inmensa mayoría de sus ciudadanos por sus leyes, las sentencias y las instituciones que gobiernan, administran justicia o ejercen la fuerza cuando aquellas no son respetadas.

El carácter meramente referencial que otorga nuestra sociedad a las leyes y sentencias judiciales es el sustrato sobre el cual se construyen los cimientos de esta creciente alucinación colectiva en la que muchos creen tener el derecho de arremeter a pedradas contra todo lo que se ponga a tiro cuando una norma o una sentencia no les gusta. Esto se agrava cuando un sector de la prensa hace eco de esa actitud o cuando, por temor a una protesta, un juez es suspendido o, peor aún, el Presidente se pone de lado del infractor. El mensaje se refuerza, la institucionalidad se debilita.

Es iluso esperar que esta tendencia cambie antes de Julio 2016. Será obligación primera del próximo gobernante, empezar esta tarea.

El ciudadano honesto, respetuoso de la legalidad, debe empezar a sentir que le importa al gobernante más que el delincuente, el prepotente o el evasor sistemático. De lo contrario seremos cada vez menos los que respetamos la ley, las sentencias y nuestras instituciones.

En materia de seguridad ciudadana, no es posible que el poder ejecutivo se esmere en proteger con más ahínco el accionar armado de la delincuencia, acosando al ciudadano que, respetando la ley, desea proveerse de medios propios (armas, alarmas, vidrios polarizados) o contratados (empresas de seguridad), convirtiendo en un irracional vía crucis costoso e interminable la obtención o renovación de licencias tanto para particulares como para las empresas formales de seguridad. En la situación actual de creciente inseguridad eso estimula indefectiblemente la informalidad, particularmente riesgosa en este campo.

El contribuyente no puede seguir recibiendo más presión que la inmensa mayoría evasora, gentilmente denominada ¨informal¨.

La reestructuración o reforma de la Policía Nacional, con criterio técnico y no político, no puede ya ser postergada. Los recientes sucesos de Cajamarca, en un ¨operativo de fuerzas combinadas¨ de policías y matones, nos permitieron apreciar la pobrísima preparación del policía. Más policías de estos no resolverán nada.

Espero no ver un nuevo intento de vestir de policías a soldados y digo vestirlos, porque convertir un soldado en policía es tan racional como convertir en arquitecto un abogado o en médico. Salvo contadas excepciones, se requiere habilidades y rasgos de carácter distintos para las dos funciones. Saber marchar y desarmar rápidamente un arma solo sirve para desfilar y muy poco más sabe realmente un soldado. Un retirado de las fuerzas especiales puede ser funcional en DINOES o SUAT, pero no pasará sus más de 30 años de servicio allí, imaginemoslo de comisario y entenderán de qué hablo.

Menciono esto porque de tanto en tanto el Ministro de turno trata de vendernos una solución mágica y por tanto irreal. Pero como dije, para soluciones reales habrá que esperar.

Por Dardo López-Dolz

(11 - nov - 2014)

Dardo López-Dolz
11 de noviembre del 2014

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