Darío Enríquez

¿Es tan buena la educación en Finlandia como dicen?

¿Es tan buena la educación en Finlandia como dicen?
Darío Enríquez
14 de septiembre del 2016

Cinco factores que relativizan el “éxito” educativo finlandés

En los últimos años se habla mucho sobre la calidad de la educación en Finlandia. De hecho, los resultados que obtuvo ese país en las pruebas PISA* fueron claramente los mejores en la primera década del siglo XXI, aunque en las dos últimas pruebas (2012 y 2015) redujera sus guarismos. Además la información que sobre ese país se recibe por diversos medios y los testimonios de personas que han vivido allí son bastante elocuentes.

Pero debemos separar la paja del trigo. En verdad lo que se muestra es admirable y supone un avance radical en técnicas pedagógicas. En primer lugar, debemos relativizar la importancia que suele darse a la prueba PISA. Obviamente es un indicador a tener en cuenta, pero no es el único. Tiene mayor aplicabilidad cuando un mismo país aprecia su propia evolución en el tiempo. No necesariamente se aplica para el análisis de diversas realidades (países y regiones) cuya comparación no es pertinente.

En segundo lugar, Finlandia ha procesado la deserción escolar recurriendo a la formación de “centros vocacionales” diferentes a las escuelas secundarias. El tema de la deserción, que en el Perú se suele ligar a problemas económicos en las familias, en Finlandia —así como en la mayor parte de países del “primer mundo”— está relacionado a aptitudes e intereses personales poco compatibles con la escuela estándar. Y también a un concepto de libertad que permite a un joven abandonar la escuela a los catorce años, sin que medie control paterno alguno. Los centros vocacionales finlandeses son, en parte, similares a las escuelas técnicas que alguna vez tuvimos en Perú (no a las actuales que son de tipo postsecundario). Esta forma de procesar la deserción evita que la prueba PISA sea dada por jóvenes que tienen poco o ningún interés en la educación secundaria convencional. Y sin duda tiene por efecto —entre otros— elevar la calificación del conjunto.

En tercer lugar, estamos convencidos de que —aunque el bienestar pedagógico es evidente— los resultados positivos de un nuevo sistema de educación no se miden por la “felicidad” de alumnos y profesores en forma relativamente inmediata, sino por su impacto en la sociedad luego de veinte o treinta años. Si hoy Finlandia tiene recursos para dedicarlos a experimentar un nuevo sistema educativo es por los frutos de un excelente sistema educativo que funcionó allí hace veinte o treinta años. Es ese sistema —el antiguo— el que debe ser ensalzado, pues permite hoy la holgura de experimentar nuevas formas pedagógicas cuyos resultados a mediano y largo plazo aún son inciertos. De hecho, los ecos de una reforma financiera en las escuelas finlandesas empiezan a sonar; porque tal como está definido hoy, el sistema no luce financieramente sostenible. La magia no existe. ¿O sí?

En cuarto lugar, hay consenso en que lo más notable en la nueva educación finlandesa es la revalorización del profesor, tanto en la modalidad “de aula” como en la de “materias”. Todos los profesores deben tener al menos maestría. Las exigencias académicas son elevadas y solo el 10% de jóvenes que solicitan seguir esa carrera son admitidos, debido a la alta demanda. Sin embargo, esta valorización formalmente no es tal si nos atenemos a testimonios de la “antigua” educación, en la que los profesores también tenían una alta consideración social. La valoración del profesor en la Finlandia de hoy no es algo disruptivo, sino continuidad y reforzamiento. Y no se trata solo de mayores salarios.

En quinto lugar, tenemos más preguntas que respuestas respecto a la exitosa (antigua) y a la expectante (nueva) educación finlandesa. Más temprano que tarde habrá noticias sobre una inminente reforma financiera, pues el actual modelo es insostenible en el tiempo. En referencia a lo que en el Perú podríamos aprovechar de la experiencia finlandesa, eso será tema de otra reflexión. Creemos que el nivel educativo en el Perú, si tenemos en cuenta los mejores colegios, está en algunos casos por encima de lo que ofrece el llamado “primer mundo”. Nuestro reto es que esa calidad, en la medida de lo posible, se convierta en un estándar, y no siga siendo la excepción. El llamado “Colegio Mayor” es una muestra de lo importante que resulta discriminar sobre la base de la excelencia académica para obtener mejores resultados. También la necesidad de relanzar lo que en Finlandia llaman “centros vocacionales”, nuestra secundaria técnica de siempre que perdimos en algún momento hace algunas décadas.

 

Darío Enríquez

 

* PISA = Programme for International Student Assessment, análisis del rendimiento de estudiantes en tres tópicos: comprensión lectora, razonamiento matemático y ciencias naturales. Un examen que se toma cada tres años en un grupo de países predefinido, generalmente los màs desarrollados. Perú ha sido incluido en las últimas tres tomas de datos.

 

Darío Enríquez
14 de septiembre del 2016

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