Dante Bobadilla

¿Es posible una reconciliación?

Dejando de lado las mentiras urdidas por la izquierda caviar

¿Es posible una reconciliación?
Dante Bobadilla
11 de enero del 2018

 

Al cabo de año y medio de gestión, el Gobierno descubre que es tiempo de dialogar y reconciliar al país. Bien, pero lo que importa ahora es que la reconciliación no sea solo un discurso ni una pose. De eso ya estamos hartos. Si creen que es momento de dialogar y reconciliar está muy bien, pero lo que necesitamos es un plan de acción coherente, para no dejar la sensación de que todo no pasa de ser más que una pose para subsanar el efecto del indulto.

Siempre he considerado que las posturas moralistas en política son las más cínicas y cobardes. Nada es más fácil que posar como indignado y salir dando un portazo después de que ya te regalaron una curul o te sacaron de la nada. Yo no culparía al presidente por utilizar todos los recursos legales a su alcance para salvar su cargo. Tampoco a Kenji Fujimori por aprovechar el momento para negociar el indulto de su padre. Ha sido una jugada política perfecta e irreprochable. Que ahora los cínicos y moralistas se rasguen las vestiduras es parte de un circo en el que los payasos de la moral sobran.

Me sorprende que la izquierda, que siempre vivió condenando la injerencia del FMI, ahora nos ponga bajo la tutela de la CIDH, pidiendo que anule el indulto otorgado por el Gobierno. Habrá que cambiar la letra del Himno Nacional. Ya no somos libres. Ahora estamos bajo la tutela de la CIDH. Sería humillante ver que la CIDH se coloca encima de nuestra Constitución, como lo pretenden los caviares para satisfacer su morbo. Sería denigrante ver que llevan a Alberto Fujimori de regreso a la cárcel como quiere la izquierda delirante y venenosa. ¿Se imaginan cómo quedaríamos ante los ojos del mundo? Sin duda que ese sí sería el fin del gobierno de PPK.

El control de daños pos indulto fue horroroso. Los voceros del Gobierno tuvieron que hacer de tripas corazón y cambiar su discurso a tientas para demostrar que todo iba viento en popa. Entonces surgió la idea de la reconciliación. No está mal hablar de reconciliación. Lo que está mal es que sea solo un discurso sin contenido. Es absurdo hablar de reconciliación y al mismo tiempo asumir la postura de la CVR y de la sentencia a Fujimori como base, siendo precisamente los instrumentos que dividieron al país. Pretender que Fujimori se arrodille y pida perdón a las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos es absolutamente ridículo. Nada tiene que ver Fujimori con esos crímenes. Sabemos que le achacaron esa responsabilidad como parte de una felonía jurídica urdida para condenarlo a la máxima pena posible.

Sabemos que Martín Rivas actuó por cuenta propia en La Cantuta, sin obedecer órdenes ni seguir un plan, guiado solo por su ebriedad. Incluso la secuencia de actos que siguieron revela su total improvisación y estupidez. De otro lado, Barrios Altos fue un acto de venganza de un grupo de militares en respuesta emocional al asesinato de sus compañeros dinamitados en el bus de los Húsares de Junín. Ninguna de estas acciones formó parte de un plan del Gobierno, ni mucho menos fue ordenado por Fujimori. Hasta resulta estúpido proponer este supuesto. Por el contrario, es evidente que la estrategia de lucha antisubversiva del gobierno tenía otro modelo.

No se puede pues iniciar una política de diálogo y reconciliación repitiendo las mismas mentiras consagradas en el informe de la CVR y en la sentencia de Fujimori. No podemos sentar en la mesa del diálogo y la reconciliación a los familiares de los terroristas. No son ellos los llamados a dictar la pauta de la reconciliación. Si vamos a iniciar la reconciliación del país empecemos dejando de lado las mentiras urdidas por la izquierda caviar en todos estos años. La reconciliación tiene que darse entre el pueblo y el Estado, representado por el entonces Gobierno de Fujimori y las FF. AA. Estos son los frentes que la izquierda caviar distanció con sus mentiras.

La reconciliación exige poner sobre la mesa la verdad. Si el país está fragmentado es precisamente porque en todos estos años se impuso un discurso lleno de mentiras. Y sería ridículo poner como condición para la reconciliación la humillación de Fujimori y la consagración a un grupo de dolientes que pueden tener una pena muy respetable, pero que representan al terrorismo que tanto daño le hizo a nuestro país. Con ellos no nos vamos a reconciliar jamás. La reconciliación solo puede darse entre el pueblo y el Estado con sus FF. AA., y debe acabar liberando o cancelando los juicios que todavía hoy enfrentan tantos militares.

 

Dante Bobadilla
11 de enero del 2018

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