Equipo chico

Mientras veía el partido del Alianza Lima con el Palmeiras de Brasil, un periodista brasileño comentó: “Alianza Lima, es un equipo chico, sin coraje, sin ganas, resignado siempre a perder”. Ese comentario, tan certero, que reflejaba el espíritu deportivo y poco profesional de los blanquiazules no es novedad para el fútbol peruano. Sin embargo, la definición de equipo chico la podemos aplicar también al Gobierno de Martín Vizcarra y César Villanueva, que solo busca terminar su mandato el 2021 contemporizando irresponsablemente con todos.

Los equipos chicos no tienen grandes jugadores ni habilidad técnica, y por eso juegan al ratoneo, que es la estrategia de defenderse como sea y buscar un contragolpe o chiripazo para hacer un gol y defenderlo hasta que acabe el partido. Ese parece ser el objetivo del Gobierno de Vizcarra y Villanueva*, defenderse o llevarse bien con el fujimorismo para pasar el tiempo y administrar el país sin gobernar ni tomar decisiones para resolver los graves problemas nacionales.

El Perú no está para el ratoneo. Al presidente Vizcarra no le queda otra camino que gobernar con autoridad y acometer con audacia las reformas que el país necesita. Es imprescindible modificar radicalmente el proceso de regionalización, acometer la reforma del Poder Judicial (separando definitiva el derecho de la política), y una reforma política para que la democracia se base en partidos democráticos y no el remedo de organizaciones mafiosas en las que se han convertido.

No es posible disminuir el déficit de infraestructura de aproximadamente US$ 200,000 millones con el mismo sistema que genera obstáculos a la inversión pública y privada. Tampoco podemos seguir con el mismo régimen de inversión minera, hay que innovar para desarrollar la minería peruana. Es prioritario renegociar el contrato de Camisea para no seguir regalando el gas a precios viles. No hacerlo es traicionar al Perú.

El Gobierno tiene un escenario favorable, porque el carácter de los conflictos sociales es, en su mayoría, reclamos por infraestructura social y productiva, y están liderados por débiles organizaciones sociales que se forman ad hoc para la protesta. Los partidos políticos están desprestigiados y no tienen fuerza política para organizar una oposición radical al nuevo Gobierno. Los medios de comunicación se han convertido en representantes de intereses empresariales y no tienen credibilidad en la población.

La crisis moral y la corrupción generalizada en el país han hecho que los peruanos silenciosamente se refugien en su familias y en la religión. La inmensa movilización con la llegada del Papa, la del colectivo “Con mis “hijos no te metas” y la última marcha católica contra el aborto así lo demuestran. Además, no es verdad que los líderes y movimientos radicales son un peligro, estoy convencido de que eso es un bluff y que las amenazas reales a la viabilidad como país son el crimen organizado, el narcotráfico, la minería ilegal, los taladores de árboles, los lavadores de dinero y las empresas proveedoras de los gobiernos regionales y locales, que se pueden apoderar políticamente del medio Perú en las próximas elecciones regionales

Si el Gobierno quiere ser un equipo chico y no tiene firmeza ni liderazgo estamos en peligro de caer en los populismos mesiánicos más extremos. Vizcarra y Villanueva no tienen otro camino que pensar en grande.

* Ver los discursos del PCM ante el congreso y la entrevista del Presidente Vizcarra al Comercio del domingo 6 de mayo pasado en la que huelgan las ideas y abruman las generalidades.