Paul Neira

Entre tirios y troyanos

¿Qué demonios le falta a la Ley Universitaria?

Entre tirios y troyanos
Paul Neira
09 de junio del 2017

¿Qué demonios le falta a la Ley Universitaria?

Al revisar los distintos mecanismos que propone la Ley Universitaria para asegurar la calidad educativa no puedo arrobarme de la sensación de que es un ejercicio de supervisión y control. Uno podría en este punto discutir los niveles de profundidad respecto de dicho ejercicio; es más, cerca del 95% de la discusión de ambos bandos discurre sobre los supuestos niveles de supervisión y control. El gigantesco problema que se esconde con dicha discusión es que perdemos de vista aquello que definitivamente no está en el texto o espíritu de la ley en conversación (prefiero decir conversación que discusión porque poner esa palabra encrispa las cosas automáticamente).

Ahora bien, en medio de esta confrontación sin cuartel, la pregunta que debemos de hacernos es ¿qué perdimos de vista con la Ley Universitaria? En eso quisiera centrarme, solo en un tema. ¿Qué diablos perdimos de vista? Simple, la gobernanza del sistema universitario.

Mi padre, cuando yo era niño, siempre me decía que si tienes una duda coge el diccionario porque allí se aclara todo. Bueno, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define gobernanza como: “Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

Decía yo, que la Ley Universitaria no consideró realmente mecanismo reales, a prueba de balas y que funcionen armónicamente, para conformar un sistema de gobernanza de la educación superior universitaria. Debido a esta falta mayúscula en la arquitectura de la propuesta de ley, nos hemos quedado entonces con el ánima de un arraigado verticalismo que lo único que hace es engrosar el trámite churrigueresco y el papel barroco.

Ojo, necesitamos orden y concierto (sobre todo por lo que se estaba viviendo anteriormente), pero para variar nos fuimos al otro extremo y perdimos la oportunidad de construir realmente una gobernanza del sistema. Ese que reclama un sano equilibrio entre Estado, sociedad civil y economía de mercado. Es imposible tener gobernanza sin competencia, sin mercado educativo.

Así suene contraintuitivo, justamente reafirmar este principio de gobernanza va a fortalecer el rol del Estado precisamente en su función de control y supervisión, porque se va a confiar en él y no vivir a salto de mata con la desconfianza de la asimetría del poder del supervisor. Al menos no como ahora estamos, que parece ser un carnaval de exigencias burocráticas. Ojo, quizás todas esas exigencias resultan razonables cuando vemos el circo que se armó con las universidades cascarón; pero no justificables para borrar de un golpe la oportunidad histórica de conformar una gobernanza del sistema universitario.

Qué elementos conversar sobre dicho sistema de gobernanza. Un sistema que respetando la autonomía impulse sistemas de accountability social respecto de lo que ofrece la universidad, con énfasis en lo social del ejercicio. Si no, cómo vamos a construir confianza institucional. Al mismo tiempo, que tengamos un Estado que impulse la regulación pública y fortalezca la institucionalidad de la acreditación independiente; pero al mismo tiempo promoviendo la competencia, justa pero competencia transparente al final del día. Favorecer y generar las condiciones para hacer uso de la acreditación como instrumento válido y confiable.

Un ejemplo fehaciente del sinsentido de no contar con dicho sistema de gobernanza es que aún tenemos en la congeladora algo de dos años y medio al Sineace (órgano creado por Ley General de Educación) como parte de un sistema que impulse la tan perseguida calidad.

Y como último gran elemento de dicha gobernanza, contar realmente con una estructura de financiamiento transparente, manejada por una institución independiente, que opere como empresa público privada, que ofrezca subsidios a quienes menos tienen y oportunidades de créditos a aquellos con talento.

Si no nos ponemos de acuerdo para diseñar y construir esta estructura de gobernanza del sistema universitario vamos a seguir atrapados en esta arena movediza, que lo único que hace es detenernos, enfrentarnos, desconfiar y no impulsar este que es uno de tantos bastiones claves para transformar a nuestro país.

A manera de colofón, les cuento que cuando escribía la columna escuchaba a Sergio Mendes cantando “Moro no pais tropical, abencoado por Deus y bonito por natureza, en fevreiro tenho carnaval...”. Y claro, allí entiendo por que aceleramos al otro extremo del control y supervisión.

 

Paul Neira Del Ben

Paul Neira
09 de junio del 2017

NOTICIAS RELACIONADAS >

Un pacto social distinto que soporte al sistema educativo

Columnas

Un pacto social distinto que soporte al sistema educativo

  En menos de diez meses hemos tenido dos huelgas magisteriales,...

29 de junio
Algunas notas a propósito de la huelga magisterial

Columnas

Algunas notas a propósito de la huelga magisterial

  Cada vez que se piensa en la profesión docente —e...

22 de junio
¿Cuál es el propósito de nuestro sistema educativo?

Columnas

¿Cuál es el propósito de nuestro sistema educativo?

  Uno de los juegos más sencillos que hacía con mi...

15 de junio

COMENTARIOS