María Cecilia Villegas
Engañados y desilusionados
La “reserva moral” estaba cargada de intereses y acuerdos bajo la mesa
Alejandro Toledo tuvo un rol estelar en la política peruana en la caída del fujimorismo. Él y su grupo de “notables” nos hicieron creer que eran la “reserva moral” del país, que llegaban a sacarnos del hoyo y a elevarnos a la condición que como sociedad merecíamos. No obstante, sabíamos bien quién era Toledo, y hoy no pueden salir la gente indignada a decir que se siente engañada.
Antes de llegar al poder, ya sabíamos que Toledo tenía una hija que no había reconocido, y que para ello se valió de las más sucias estrategias; incluyendo contratar a dos individuos para sostener en el juicio de paternidad que la madre era una mujer “de la vida alegre”. En aquel entonces, al no haber prueba de ADN, eso era suficiente para que el juez desestimara el pedido. Se sabía de las denuncias que por violencia doméstica había presentado Eliane Karp contra él y su suegro, porque los valientes Toledo la habían agarrado a golpes y patadas entre dos. Se sabía del Melody, de la debilidad de Toledo por el alcohol, las prostitutas y el dinero; de su afición a comer en los mejores restaurantes e irse sin pagar. Sabíamos del dinero que Soros donó y parte del cual apareció en una maleta en Carolina del Norte, en manos del inefable sobrino Coqui Toledo.
Ya en la Presidencia, ¿acaso no sabíamos de los arreglos a la casa de La Molina con facturas pagadas por Palacio? Los dineros desviados de Petroperú para “remozar” Palacio, los viajes frecuentes a Punta Sal, las joyas y vestidos de la primera dama, ¿las cuentas de whisky etiqueta azul y los viajes constantes fuera del país?, Lady Bardales, las cartas al Vaticano, las enormes concesiones otorgadas a costa del dinero de todos los peruanos y las mentiras. ¿Cuantas veces Toledo mató a su madre, de acuerdo al auditorio que lo escuchaba? ¿Recuerdan el sueldo de US$18,000 que se impuso ni bien llegó a Palacio? ¿Almeyda? Sabíamos bien quién era Toledo, y ahora que no vengan los miembros de su partido a querernos contar el cuento de la traición y la desilusión. Y tampoco vengan los supuestos perseguidos a quererse vender como los héroes de la libertad.Hoy gracias al caso Lava Jato sabemos que Alejandro Toledo le pidió a Odebrecht US$ 35 millones a cambio de adjudicarles la concesión de la Interoceánica. Barata, representante de la empresa en el Perú, ha declarado que a Toledo se le dieron US$ 20millones porque no cumplió con cambiar las bases, y que este dinero —a pedido suyo— había sido depositado en cuentas de Maiman. De este monto, US$ 11 millones ya han sido detectados en cuentas de Maiman. Ya no hay dudas.
Con la ética por emblema, Toledo y sus amigos nos ofrecieron un país mejor. Controlaron las instituciones y el presupuesto público, e hicieron y deshicieron a su antojo. La “reserva moral” mostró que venía cargada de intereses privados, de repartija y acuerdos bajo la mesa. Y lo sabíamos bien.
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