Ricardo Escudero

ENCIÉNDETE CANDELA

ENCIÉNDETE CANDELA
Ricardo Escudero
01 de abril del 2016

Lo que pasaría con la izquierda en el poder

Perú por fin hoy 3 de octubre,

el sol de libertad ya se vislumbra,

tus lágrimas por siglos derramadas

y el dolor de tus entrañas hoy acoge,

erguidos de fe y de esperanza

a la Fuerza Armada con el pueblo

y Velasco al frente del Perú.

 

La letra seguía con más frases para crear el culto a la personalidad del dictador Juan Velasco, un militar que, siendo Comandante General del Ejército, traicionó su juramento y ordenó sacar al Presidente de la República Fernando Belaunde Terry en una oscura madrugada del 3 de octubre de 1968 de Palacio de Gobierno, para deportarlo de nuestra patria. Así nació el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, la inspiración de Ollanta Humala y de lo que queda de su Partido Nacionalista Peruano.

Durante los años de la dictadura militar, el desprestigio de las instituciones castrenses iba en aumento; no solo por los atropellos y la incompetencia para gobernar en materia económica y financiera o en relaciones exteriores, sino también por las leyes que se iban produciendo: la de la Reforma Agraria, la de la Comunidad Industrial o la de la compra secreta de armamento a los países comunistas.

Sumado a ello, miles de peruanos eran detenidos, deportados o perseguidos por la sola razón de ser considerados contrarrevolucionarios. Las cárceles tenían entre sus rejas a periodistas, políticos, académicos y hasta sacerdotes que en sus homilías habían denunciado las atrocidades de un gobierno que construía, sobre la base de la dictadura, un sistema comunista a mediano plazo. Los militares controlaban todo y tenían una maquinaria llamada Sinamos (Sistema Nacional de Movilización Social) para usarlo como su portátil no solo de arengas, sino también de golpes.

Cuando un día de 1974 las Fuerzas Armadas, con tanques y unidades especiales asaltaron las sedes de los periódicos en Lima, fuimos pocos los que nos atrevimos (yo tenía 13 años y una sólida formación que aún mantengo con orgullo) a salir a las calles para gritar nuestra indignación en defensa de la libertad. Muchos miraban y se iban rápido, las calles se quedaban sin gente y venían los soldados por nosotros; más por los mayores, seguramente. Se llevaron a varias decenas a Seguridad del Estado, otros a un cuartel. A mí no me vieron esa vez.

Les cuento esto brevemente porque es lo que nos pasaría en un gobierno socialista, revolucionario, de izquierda vestida con tatuajes democráticos. Los que hoy alcanzan una flor, antes nos mostraban a Velasco abrazando a campesinos. Los que ahora dicen querer igualdad, la quieren imponer para los demás, siendo ellos superiores, controlando, planificando las vidas y el futuro de los más jóvenes, como principio represivo.

La izquierda quiere hacer el camino al socialismo, preparar el terreno para hacerlo fértil. Usan las estructuras legales para imponerse, para cambiar la Constitución, establecer reelecciones indefinidas, controlar a los medios o suprimirlos, acabar con la propiedad privada y exprimir nuestros ahorros. La izquierda engaña, envuelve en su tejido político a muchos incautos para mostrar un rostro amable que no le pertenece, una cara que ya hemos visto en el Perú cuando Velasco gobernaba.

La izquierda está encendiendo la pradera, está cercando las ciudades desde el campo. Porque en los campos el Estado no hace obra ni educa, y se generan oportunidades para crear odio y resentimiento social.

Esa es la verdad.

 

Ricardo Escudero

 
Ricardo Escudero
01 de abril del 2016

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