Dardo López-Dolz

En política no hay casualidades

En política no hay casualidades
Dardo López-Dolz
15 de septiembre del 2015

Sobre la avalancha de escándalos y sucesos de los últimos días

El país se ha visto inundado, en los días recientes, de una serie de noticias y rumores que han conseguido distraer temporalmente la atención de los gravísimos indicios de lavado de activos derivados de las agendas atribuidas a la esposa del Presidente, quien lejos de disiparlas, ha preferido evitar ser investigada mediante un Habeas Corpus que desnaturaliza esa acción de garantía. Pareció acudir al rescate mediático el inverosímil hallazgo de un lote de granadas exactas a las que usa el Ejército, seguido de un ¨firmes, no nos han robado nada¨ con veloz reculada forzada, acompañado de oficiosas reuniones castrenses y una orden de inamovilidad explicada a posteriori con excusa oficial para ingenuos.

La seguidilla continuó con una denuncia boliviana con supuestos de novela y cifras al parecer infladas, que acabó alejando en malos términos a una periodista de dos canales. Mientras este eco y los anteriores seguían, cayó Oropeza en Ecuador. ¿Ampay me salvo y salvo a mis compañeros?

¿Qué está ocurriendo? ¿Cuánto es cierto, cuánto ficción y cuánto exageración deliberada? La pregunta más importante que debemos hacernos es quién y por qué. Ensayo una hipótesis.

El modelo bolivariano se cimenta en el engaño y la mentira y sobre ellos hace taxidermia de la democracia, agitandola ya muerta para simular vida, propaganda para contentar el pacato puritanismo norteamericano y europeo. Pero para instalarse necesita demoler el sistema y a los actores del mismo, necesita remplazar la racionalidad económica por la emoción política (Lechín resalta el hito que significó Conga en esa labor de zapa). Buscan destruir (a menudo con ayuda de las víctimas) la imagen de los actores e instituciones de la democracia. Pero por flexible que sea, no apuesta por el golpe de Estado, ya que eso lo pondría en evidencia, por los tanto, es altamente improbable que una alucinada añoranza golpista de algunos uniformados sea respaldada por los chicos malos de La Habana. Prefieren la demolición artera al combate frontal.

Si existieron las reuniones castrenses, quiénes asistieron, por qué y cuántas fueron, es algo que tardará en saberse, así como la real causa de la inamovilidad (que en doctrina militar significa: en sus puestos y preparados para su despliegue inminente). Las noticias llegadas desde Bolivia y Ecuador (bastante más eficaces que las 50 granadas) aparecen como refinados salvavidas enviados desde dos países con cuyos gobiernos el nuestro comparte financiamiento de campaña, ideología primigenia y esa admiración por el sátrapa y su sucesor que les hace inhibirse de una posición oficial contra el abuso infame contra Leopoldo López.

Lo que sí está claro es que, después de un incidente fronterizo (o su versión light de espionaje) no hay recurso más eficiente que despertar al fantasma del golpe para llamar a cerrar filas en la defensa de un gobierno que boquea. ¿Por qué acuden a su rescate los incendiarios expertos, aún a sabiendas que ni él ni ella dan la talla por ellos esperada?

Los deportistas de alta competición saben perfectamente que un cambio de la fecha para la cual se preparan, puede tomarlos fuera de forma, más aún si estar en forma significa no solo tener equipo (y caudillo) sino, como les gusta a los bolivarianos, institucionalidad y líderes demolidos.

Por: Dardo López-Dolz
 

Dardo López-Dolz
15 de septiembre del 2015

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