Giacomo Ugarelli

En busca de Kennedy

En busca de Kennedy
Giacomo Ugarelli
27 de abril del 2017

Lecciones de 1962 para la situación de Corea

La crisis de los misiles en Cuba es mundialmente reconocida como uno de los momentos más terroríficos de la humanidad, en el que casi se inicia la primera (y posiblemente la única y última) guerra nuclear. Ahora Estados Unidos se encuentra envuelto en un contexto parecido, con Rusia y Corea del Norte como los otros protagonistas. Para evitar un enfrentamiento real, a Trump le conviene revisar la historia y actuar como Kennedy en 1962: con paciencia y prudencia.

Durante trece aterradores días, y mientras el ejército soviético armaba a Cuba con bombas atómicas, Kennedy fue constantemente aconsejado por su gabinete para que inicie una invasión de la isla para desarmar las bombas y, de paso, sacar a Castro del poder. Según estos generales, los soviéticos no responderían al ataque y Jruschov se vería obligado a retirarse de Cuba.

A pesar de ser considerados los mayores expertos del mundo, Kennedy no confió en sus generales, pensando que una acción así haría que los miembros cercanos al poder soviético presionaran a Jruschov a lanzar el primer ataque. Kennedy se puso en los zapatos de su rival, y dio espacio a Jruschov para que pueda ver la opción de retirarse sin ser totalmente humillado. Es por eso que, al resolverse la crisis, JFK pidió a los medios no escandalizar la victoria norteamericana, evitando así que el líder soviético se arrepintiera de sus decisiones, protestara en otro lugar (Berlín, por ejemplo) o fuera sustituido por otro “Stalin”.

Trump no está “loco”. Las decisiones del nuevo presidente tienen una lógica: el magnate está buscando señalar su espacio de autoridad en el mundo. Sus ataques en el medio oriente, además del portaaviones enviado a la península coreana, son mensajes para intimidar a sus oponentes. Sin embargo, el líder norcoreano tampoco es un actor irracional. La supervivencia de su régimen depende en su arsenal nuclear. Estas bombas le dan la garantía de que otros países no van a intervenir militarmente. Pero si es acorralado, si sus seguidores más cercanos lo ven débil, o si llega a pensar que sus días están contados, Kim Jong-un podría reaccionar disparando primero, desatando una guerra solo imaginada en pesadillas.

El historiador militar Liddell Hart dijo “nunca acorrales a tu oponente y siempre asístelo a salvar su imagen”. Trump debe ser consciente de que acorralar a sus enemigos, a pesar de presentarlo como victorioso, es la peor táctica de las relaciones internacionales, porque la mayoría de las veces el enemigo reacciona de la peor manera. Esta es la lección que dejó Kennedy, y que los líderes de hoy deberían seguir. Por algo existe la historia: para evitar los errores del pasado, y seguir los buenos consejos.

 

Giacomo Ugarelli

Magíster, University College London (UCL)

Giacomo Ugarelli
27 de abril del 2017

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