Guillermo Vidalón

Emergencia hídrica y Juntas de Usuarios de Riego

Emergencia hídrica y Juntas de Usuarios de Riego
Guillermo Vidalón
19 de octubre del 2016

Dirigentes de las JJ.UU. se oponen al desarrollo de infraestructura hídrica

Todos sabemos que, como consecuencia del Fenómeno de El Niño, los periodos que siguen suelen ser de sequía. Por consiguiente, los ríos traen un menor volumen de agua, afectando principalmente a la agricultura. En el Perú, las zonas más afectadas por la ausencia de lluvias son los valles del sur, agudizándose el problema en la medida que nos dirigimos a las regiones más australes. En ese sentido, resulta razonable que el Ministerio de Agricultura y Riego, en coordinación con la Autoridad Nacional del Agua y sus dependencias locales, hayan decidido declarar una “emergencia hídrica”.

La declaratoria de emergencia está orientada principalmente a promover el desarrollo de infraestructura hídrica para hacer frente a la significativa disminución de las aguas en la presente campaña agrícola. Además, busca solucionar el problema en el más corto plazo. Pero ¿cuál es la finalidad última de la Declaratoria de Emergencia? Que la falta de agua afecte en la menor medida posible a los agricultores, y que sus cosechas cuenten con “¡agua ya y ahora!” Es decir, que el agricultor no se empobrezca más. No obstante, resulta paradójico que haya algunos dirigentes de las denominadas Juntas de Usuarios de Riego (JJ.UU.) que se oponen al desarrollo de infraestructura hídrica para atender la emergencia.

Por ejemplo, en un valle del sur del país se ha propuesto la construcción de pozos para extraer agua subterránea para la agricultura. Las autoridades nacionales no han descartado la construcción de infraestructura de riego mayor, como pudiesen ser las represas, pero han señalado que en lo inmediato la solución es construir pozos. Esta propuesta es razonable, técnica y económicamente viable, sobre todo porque hay ingente cantidad de agua almacenada naturalmente debajo del lecho de los ríos.

Entonces, las preguntas que surgen son: ¿por qué algunas dirigencias —que se supone representan los intereses de los agricultores— se oponen a enfrentar la emergencia?, ¿qué sucede?, ¿qué los motiva a ir en dirección contraria a lo razonable? Definitivamente, estas preguntas tienen que tener algunas respuestas.

Al respecto, empezamos a indagar y descubrimos lo siguiente: 1. Las JJ.UU. cobran a los agricultores —seamos concesivos— por la administración del recurso hídrico que es de todos los peruanos. 2. Determinan el número de horas que un agricultor puede regar su campo (en teoría, si hay menor volumen de agua, menos horas de riego serán asignadas) 3. Supervisan el cumplimiento de las horas de riego otorgadas. 4. Destinan parte de los recursos recaudados para financiar la construcción y mantenimiento de los canales de irrigación.

¿Quién es el guardián, el “huachimán”, el gendarme que garantiza lo dispuesto por la JJ.UU.? El “tomero” es quien indica al agricultor la cuota que debe pagar en la JJ.UU. por el agua que se le entrega; en otras palabras, el ingreso económico administrado por los dirigentes de la JJ.UU. Claro que también, al igual que en muchas otras actividades económicas, surgen iniciativas más expeditas –generalmente- en trato directo. Si algún agricultor requiere una asignación mayor de agua, la expresión más coloquial sería “colabórame”, lo que representaría para el tomero, y para quienes lo designaron, un jugoso ingreso adicional que no se registraría en la contabilidad de las JJ.UU. Me comentaban que eso responde a que: “Nosotros (los tomeros) estamos dispuestos a apoyar, pero los agricultores también nos tienen que apoyar”. Por hora adicional de agua, el monto de la “colaboración” ascendería a cien soles.

Las JJ.UU. controlan las aguas superficiales, pero si las aguas son de fuente subterránea —a las cuales se accede a través de pozos—, ni las juntas ni los tomeros se benefician. Lo anterior me hace recordar al Cerdo Mayor de Rebelión en la granja, la novela de George Orwell, aquel que esquilmaba y extorsionaba a los más débiles. ¿Por eso dirán que la realidad supera a la ficción?

P.D.: Tenemos la esperanza de que lo reseñado constituya una excepción a la regla. Ojalá no pequemos de ingenuos.

 

Guillermo Vidalón del Pino

 
Guillermo Vidalón
19 de octubre del 2016

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