Rocío Valverde

Elecciones brasileñas en Londres

Dos sectores enfrentados: pro y anti Bolsonaro

Elecciones brasileñas en Londres
Rocío Valverde
08 de octubre del 2018

 

Detesto madrugar, especialmente los domingos. Pero hoy día no teníamos otra opción, pues toda la comunidad brasileña en el Reino Unido se lanzaba a la carretera tempranísimo para poder ejercer su derecho al voto en la Embajada de Brasil en Londres. Caravanas de autos recorrían las carreteras adelantándose los unos a los otros, sabiendo que luchaban por encontrar aparcamiento gratuito en Londres, lo cual es una odisea.

Mi esposo, medio commie, hasta esa mañana pertenecía al grupo de indecisos. “Ronaldinho va a votar por Bolsonaro”, le dije con todo el ánimo de joderle la paciencia porque eran las siete de la mañana y estábamos atascados en un embotellamiento bárbaro. Él era uno de los muchos que se debatían entre votar por convicción o tener un voto útil contra Bolsonaro. “Si votas por el PT te juro por lo maior do mundo que te pongo un peaje en la casa para entrar al baño” lo amenacé mientras Guil seguía luchando con su conciencia.

Llegamos a la embajada sobre las nueve de la mañana y no había fila alguna. Dos señoras nos captaron de inmediato. Una de ellas, con el espíritu emprendedor latinoamericano, nos comenzó a ofrecer pan de queso, coxinhas de pollo y la infaltable guaraná. La otra señora apelaba al shock y cargaba un cartel que decía “Zeca Pagodinho Presidente” para promocionar el concierto de ese cantante en Londres. Por allí también estaba presente la segunda mayor exportación brasileña luego de Odebrecht: los evangelistas. Estos repartían diversos CD y fotos de un hombre que tenía los ojos en blanco, como si estuviera en un trance, quizás no la mejor estrategia de marketing.

Mi esposo entró a votar y en menos de cinco minutos ya estaba fuera. El voto electrónico había funcionado con normalidad, a falta de auditorías. Ahora nos tocaba esperar en la cruda calle a mis suegros, que estaban atrapados en un loop de 15 minutos desde las ocho de la mañana de Cabana. Con el pasar de los minutos se comenzó a formar una gran fila y el ambiente se empezó a enturbiar ligeramente. Frente a la embajada llegaron unos cuantos hombres con camisetas pro Bolsonaro, algunos jóvenes entraban a votar llevando pines que decían #EleNao y #WhoKilledMarielle. Mientras tanto, a dos calles de la embajada los simpatizantes de Haddad se manifestaban con carteles del PT. La manzana se teñía de auriverde, colores que siempre asocio con alegría, con gente que de la nada comienza una conversación contigo. Esta vez no fue así.

Con la crispación subiendo, mis niveles de energía bajando y mi vejiga casi explotando decidimos refugiarnos en un café. Mis suegros y mi esposo comenzaron a hablar sobre las elecciones, violando el pacto de no discutir de sexo, política o religión sentados alrededor de una mesa. Mis suegros representan a aquella clase media que en estas elecciones vota para rechazar al PT y, por consecuencia, endosa su voto a la ultraderecha, confiando en que Bolsonaro no sea más que un discurso sin mucha chicha. “Hay que romper el ciclo. Catorce años en el poder es una dictadura”, sentenció mi suegro. Cuesta creer que estas personas liberales, feministas, pro-EU y pro-refugiados consideren votar por un candidato, cuando menos, controversial.

Al salir del café notamos que la fila de votación le daba dos vueltas a la embajada, y ahora había una contramanifestación bastante revoltosa. Dos sectores, pro y anti Bolsonaro, se lanzaban insultos de vereda a vereda, como perros rabiosos separados por una valla de incesante tráfico londinense. Esta vez la espuma rabiosa de calle fue la mejor encuesta. En el Reino Unido Bolsonaro se llevó el 51% de los votos y Ciro Gomes del PDT se llevó el 29%, el PT de Haddad increíblemente pudo sacar 10%. Así se queda Brasil, completamente polarizado por el voto anti y con bastantes familias y amistades que desde hoy caminan en aceras distintas.

 

Rocío Valverde
08 de octubre del 2018

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