Marco Sipán

El Voto Fujimorista

El Voto Fujimorista
Marco Sipán
01 de marzo del 2016

Explicando el apoyo electoral a Keiko Fujimori

La familia Fujimori como la élite del fujimorismo y todos sus allegados personales forman un primer aro de poder dentro del fujimorismo, donde Alberto, Keiko y Kenji, son el centro del poder político interno. Mantienen una relación amigable con la embajada estadunidense. Son certificadamente neoliberales y autoritarios comprobados que, hasta hace poco, propagandizaban una agenda programática conservadora que en la presente campaña electoral se comprometen a flexibilizar.

Se ha dicho muchas veces que el colchón electoral fujimorista está conformado mayoritariamente por sectores populares, que anteriormente habían apoyado a las organizaciones del Frente “Izquierda Unida”. Pero, ¿qué tan cierto es? ¿Acaso no hay varias generaciones en los 25 años del fujimorismo? ¿Qué filiaciones se han construido entre la militancia fujimorista? Otra cosa que también se dice es que: “la gente que vota por Fujimori está acostumbrada al asistencialismo”. En último caso dicen: “es gente que le gusta que le regalen las cosas”. Ser juzgado de esa manera para cualquier votante del fujimorismo es agraviante. Mucha gente en los caseríos, asentamientos humanos o comunidades campesinas, cree en Keiko, y seguramente se han visto beneficiado con el fujimorismo. El hecho es que un tercio del electorado se identifica de alguna manera con la propuesta fujimorista y aunque la misma tenga flancos débiles, el electorado que la respalda le es leal.    

El fujimorismo en su guerra contra las Ong’s pro-Derechos Humanos, ha ganado el aspecto político de la contienda, siendo este el principal y las ong’s habiendo tenido importantes victorias morales, estas no tienen ningún impacto en el campo electoral. Recursos y esfuerzos en campañas por la memoria y muchas otras durante años, con la finalidad de generar conciencia democrática en la población, e impedir el retorno del fujimorismo al gobierno nacional, fueron despilfarros y se quedaron en cocteles, fotos, premiaciones al “democrático del año” y otras tantas “caviaradas”.  

Una mirada rápida al fujimorismo, nos permite entender las opiniones de diferentes clases sociales, diferentes generaciones y diversos patrones culturales que militan o simpatizan con el proyecto naranja. Uno de los principales ejes de cohesión en muchos de los simpatizantes   es el haber sido víctimas del conflicto armado interno en los ochenta. Más allá de las diferentes apreciaciones sobre el tema, el que terminaran los actos terroristas de Sendero Luminoso producto a la captura de su cúpula y el subsiguiente  retiro del ejército de los territorios que fueron zonas de conflictos, tuvieron un impacto real y los muertos fueron disminuyendo. Y el periodo que Alberto Fujimori gobernaba, donde el conflicto cesó y donde él fue hábil para relacionar: “fujimorismo - pacificación”. Más allá de la certeza o no de la pacificación, este discurso ha calado muy fuerte. Es conocido que Fujimori no tuvo mucho que ver con la captura del líder senderista,  pero fue durante su gobierno que los peruanos sintieron paz luego de mucho tiempo, aun con sacrificio de libertades.   

Es esta la razón por la cual existe un respaldo en los sectores populares al fujimorismo, es en los sectores rurales  y urbanos marginales donde más víctimas hubieron en el conflicto. Que el pueblo apoye a un líder político que flexibiliza los derechos laborales, eleva el costo de vida y  lleva a cabo todos los mandamientos del Consenso de Washington perjudicando a todos los que votaron por él,  no hace al pueblo cómplice de los crímenes del fujimorismo. Tampoco es una “falsa conciencia” que ha sido establecida por los medios de comunicación fujimoristas.

¡Pero Fujimori flexibilizó las relaciones laborales! ¿Qué porcentaje de los peruanos tenían trabajo formal en los ochenta? ¡Pero privatizó las empresas de telefonía y electricidad! ¿Qué porcentaje de los peruanos tenían teléfonos o electricidad en los ochenta? La crítica al votante  fujimorista es válida y necesaria pero no puede estar ajena a la contextualización. No puede venir de una autoridad moral ahistórica ni de simplismos economistas. Hay que buscar las causas que generaron el caos que hizo posible la llegada de Fujimori al poder en los 90, para hoy comparar el caos presente que ponen al fujimorismo en las preferencias electorales y descubrir por qué de estos compromisos y lealtades.   

MARCO SIPÁN

 
Marco Sipán
01 de marzo del 2016

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