Eduardo Zapata

El Umberto Eco que yo conocí

El Umberto Eco que yo conocí
Eduardo Zapata
25 de febrero del 2016

A la partida del gran semiólogo italiano

Era el año 1972. Había terminado mis estudios de doctorado en lengua y literatura. Yo me había sumergido y deslumbrado en y por la propuesta semiológica de los primeros libros de Umberto Eco. Como lo conversé en aquel entonces con Luis Jaime Cisneros y Antonio Cornejo Polar –mis maestros en la Universidad Católica- veía en Eco la materialización de las urgencias reclamadas por Ferdinand de Saussure y el Círculo de Praga en el sentido de que “la lengua es un hecho semiológico”. El lenguaje era morfología y sintaxis, pero sobre todo semántica.

Recuerdo que eran tiempos en los cuales los estudios sociales sufrían del reduccionismo de buscar detrás de signos y conductas de la vida social teorías conspirativas del imperialismo. El pato Donald era –en aquel entonces- poco menos que un agente de la CIA y de ese imperialismo. Y la obra de Eco –sin dejar de elucidar aquello- nos reclamaba académicamente tener una mirada cultural amplia ajena a reduccionismos y fundamentalismos. Ese era el sentido que se desprendía aún de la lectura apasionada que habíamos hecho de Obra Abierta, Apocalípticos e Integrados ante la Cultura de Masas, La Definición del Arte, La Estructura Ausente y Las Formas del Contenido.

Entrever en cada página de los textos de Umberto Eco la urgencia de construir una aproximación científica capaz de dar cuenta exhaustiva de fenómenos sígnicos particulares sin dejar de considerar los sistemas sígnicos en general que les otorgan sentido y entreviendo en cada página la calidad humana del autor de las mismas me animé a escribirle a Umberto Eco una carta. A la distancia, agradezco la osadía juvenil que también me impulsó a hacerlo. Confieso que si bien esmeré mi italiano al escribirla mi texto debió haber trasuntado las dudas y temores de la no respuesta. A fin de cuentas Umberto Eco era ya el gran semiólogo que fue hasta su muerte.

En la comunicación que le envié le adelantaba mis preocupaciones académicas. El desencuentro sígnico y comunicativo en nuestra sociedad y la necesidad de estudiar cómo restablecer entre nosotros los circuitos culturales y –por eso- humanos. Eco dirigía en aquel entonces el Instituto del Arte, la Música y el Espectáculo en la ciudad de Bologna. Y yo me estaba atreviendo a pedirle sus gestiones para lograr una beca que me permitiese hacer un stage con él. No interesaban grados ni diplomas. Interesaban la cercanía personal y el conocimiento.

Aún conservo la carta de respuesta de Umberto Eco. Llegó en quince días después de que yo le enviase mi comunicación. Un tiempo récord para el correo de aquel entonces. Un tiempo récord sobre todo para las ilusiones de un -en ese entonces- joven estudiante que recibía no solamente una respuesta pronta sino interesada auténticamente en mi decir. Testimonios de un gran maestro. Atento –precisamente por ello- al día a día y a los requerimientos del otro. Que siempre existe y no es una entelequia.

Demás está decir que las gestiones de Umberto Eco permitieron que la embajada italiana en el Perú me otorgase la beca solicitada. E incluso una beca UNESCO que tuve que declinar porque era lo correcto hacerlo: ya tenía una. Sirva hasta aquí lo relatado para que jóvenes con curiosidad intelectual y ganas no inhiban impulsos expresivos. De seguro aquella persona a la que le escriban o con la cual hablen –si es verdadero maestro- habrá de compartir sus ilusiones.

Los años 73 y 74 tuve el privilegio de asistir a las clases de Umberto Eco. Tuve el privilegio de conversar mucho con él por las calles de Bologna. Si alguien me preguntase cuál es mi valoración de la obra de Umberto Eco y cuál es algún texto suyo de mi preferencia, egoístamente diría que la carta que atesoro.   

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
25 de febrero del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

No te entiendo, miss

Columnas

No te entiendo, miss

Conversaba con una gran amiga. Profesora de larga experiencia que ha t...

25 de abril
Pobrecitos los viejitos

Columnas

Pobrecitos los viejitos

Si usted anda en ese grupo etario al que se suele aludir como ´c...

17 de abril
Nuestros niños y su cerebro

Columnas

Nuestros niños y su cerebro

  En lo que se refiere específicamente a lo educativo, to...

11 de abril

COMENTARIOS