Tino Santander

El tour de la pobreza

El tour de la pobreza
Tino Santander
16 de agosto del 2016

Dos millones de limeños viven indignamente, sin agua potable

La semana pasada se realizó, en el local del Sindicato de Trabajadores de Sedapal, la asamblea convocada por los dirigentes Pablo Reyes y Abel Cruz, de los asentamientos humanos de Lima Metropolitana que no tienen agua ni desagüe. La reunión fue presidida por Luisa Izaguirre, secretaria general del SUTESAL y asistieron centenares de dirigentes sociales que tildaban de traidor al ex presidente Humala por intentar “privatizar Sedapal, fraccionándola a través de los tecnócratas neoliberales del MEF”.

Luisa Izaguirre dijo: “no existen políticas públicas reales que ayuden a resolver el problema de los sin agua en Lima Metropolitana, que son dos millones de limeños que viven indignamente. Esperamos que el presidente PPK cumpla el acta firmada con los trabajadores y las organizaciones sociales, en la que se compromete a invertir S/. 35 mil millones para dotar de agua a todos los peruanos”.

Pablo Reyes y Abel Cruz señalan que de los 148 proyectos de agua y desagüe dejados por Alan García, Humala solo ha iniciado once. Denunciaron que el Estado se demora siete años en hacer el expediente técnico e iniciar las obras. Ambos dirigentes indicaron que no le darán tregua al gobierno y exigirán que las obras empiecen inmediatamente, porque están cansados de las promesas electorales. Y que esta vez van a luchar en todos los frentes hasta lograr que todos los peruanos tengan agua y desagüe.

He visitado los asentamientos humanos de los conos Norte, Sur y Este de Lima, donde se paga el agua más cara del Perú (S/. 15 por metro cúbico), mientras, que en los distritos residenciales el precio del agua potable es de S/. 1.60 el metro cúbico. Además, los camiones cisterna venden agua insalubre, como señalan la Digesa. En este tour de la pobreza encontramos centros de salud y hospitales (si así los podemos llamar) que son verdaderos campos de batalla contra el dolor y la muerte. El hacinamiento, la pésima infraestructura, la mínima higiene y la indiferencia burocrática con los pacientes resultan indignantes.

El transporte que usan los millones de limeños de los conos es criminal. Los transportista hacen lo que quieren, y muchos sectores marginales los apoyan porque sin ellos no tendría cómo movilizarse. No existe seguridad ciudadana, la policía está alejada de los cerros y los arenales, las drogas, el alcoholismo y la violencia familiar son pan de cada día. Millones de peruanos sobreviven como pueden, construyen sus casas, inventan sus trabajos al margen del Estado. No creen en nadie y quieren estar en todos los programas sociales del Estado. Millones de jóvenes sin trabajo ni educación se convierten en potenciales delincuentes. Esta es la dramática realidad del otro Perú.

Estos peruanos escucharon con escepticismo el anuncio del presidente prometiendo hacer una revolución social que cambie sus vidas. Están ansiosos de que la revolución empiece; y no les importa quien la haga, lo que quieren es que se haga ya. El gobierno no tiene tiempo ni espacio para el discurso, sino para la acción. La revolución social se ha legitimado desde el establishment y es inminente con ellos o sin ellos. Más claro ni el agua. Además, es el único camino para salvar a la democracia en el Perú.

Tino Santander Joo

 
Tino Santander
16 de agosto del 2016

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