El temblor político continúa

La gran debilidad del Gobierno es su demostrada impericia política

A cuatro meses de instalado, van quedando en evidencia las fortalezas y debilidades del gobierno de PPK. Las ideas y los planes están ahí, las personas idóneas para ponerlas en marcha también. No me cabe la menor duda de que el equipo ministerial cuenta con cuadros muy competentes, con visión y ambición, pero sobre todo (en su gran mayoría) guiados por un ánimo noble de servir al Perú.

Sustento esto último en mi trato y conocimiento personal de varios de ellos (as) y me consta que para nada les fue sencillo dejar sus espacios privados muy bien ganados, exitosos en lo económico y lo personal, además de una muy buena reputación profesional o empresarial. No obstante, PPK y su equipo (básicamente ministros y asesores más cercanos) sabían y saben del riesgo que corren, de la enorme cuesta arriba que supone trabajar sin mayoría en el Congreso y con un partido armado al tun tun de dos campañas; pero frágil, muy frágil, en lo orgánico y lo operativo.

¿Cuál es la gran fortaleza de PPK como gobierno? El pleno conocimiento de lo que corresponde hacer, de las reformas por emprender y de las enormes resistencias y límites de esas reformas. Ello obliga a actuar con pragmatismo, pero al mismo tiempo con la convicción de que lo que no se logre hacer en este quinquenio nos volverá a poner en riesgo frente al retroceso y la incertidumbre. El voluntarismo no puede ganar a la razón, pero lo imprescindible se tiene que hacer.

He ahí el tema de la seguridad ciudadana (valoro el propósito y los esfuerzos del ministro Basombrío y su equipo); también el proceso de reforma educativa, que con ajustes, tiene que seguir adelante. Y por eso entiendo lo relevante que es que una persona como Jaime Saavedra continúe en el cargo y se desnuden los intereses particulares en juego. Es imprescindible el destrabe y la facilitación de la inversión privada y pública para retomar el crecimiento y el empleo, mientras que el caos en la salud nos está arrastrando a niveles inaceptables.

Ex profesamente no hablaré aquí de otras grandes necesidades de reforma, como la institucional (por ejemplo, Poder Judicial, CNM, Ministerio Público), la política/electoral, o la lucha contra el narcotráfico, el lavado de activos y la corrupción. Es claro que ninguna de estas tareas podrá siquiera ponerse en agenda (en serio) sin el visto bueno del fujimorismo. Y si algo va quedando en claro es que la vocación colaboracionista de Fuerza Popular ha de reducirse al día a día y a facilitar una administración mediana y con limitado éxito, por sus evidentes perspectivas electorales hacia el 2021.

El Ejecutivo tiene un campo de acción que no es ni reducido ni sencillo. Es claramente ambicioso. Y de lograrse metas tangibles en los sectores antes aludidos estaríamos ante un gran avance. Sin embargo, el gran riesgo, la gran debilidad del Gobierno es su hasta ahora demostrada impericia política. Los operadores brillan por su ausencia. La previsión, inteligencia (de datos e información) y el control de daños andan por los suelos (casos Moreno y González, por ejemplo). La estrategia comunicacional cojea por falta de alineamiento y porque exhibe los males antes mencionado. Y para variar, el liderazgo para marcar pautas en la bancada congresal es inexistente, pese a las recientes mejoras por una mejor coordinación.

En suma, las debilidades políticas y comunicacionales del Gobierno, y no la oposición, van camino a convertirse en la causa directa de que los vitales e ineludibles planes de cambio sectoriales ya en marcha naufraguen más pronto que tarde. Pero espero equivocarme.

Por: Mario Saldaña C.

@msaldanac