Darío Enríquez

¿El sur del Perú puede realmente aprovechar el gas de Camisea?

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¿El sur del Perú puede realmente aprovechar el gas de Camisea?
Darío Enríquez
16 de agosto del 2017

Nos siguen “meciendo” con que mejor es venderlo a Chile y México

En los años ochenta la transnacional Shell descubrió un gran yacimiento de gas natural en el denominado Lote 88, ubicado en el bajo Urubamba (Cusco). Pese a negociaciones iniciales para su explotación comercial, la feroz oposición de la izquierda radical y el complejo “izquierdoso” del Apra (en el poder, durante el primer gobierno de Alan García) impidieron que el acuerdo entre Shell y Petroperú diera frutos. Fue una oportunidad más perdida, en una ya larga lista que nuevamente ha empezado a sumar items debido al éxito de los extremistas antimineros en los últimos seis años.

Durante los años noventa se retomó el proyecto. La pacificación del país y la reducción a mínimos históricos del extremismo de izquierda permitieron que en 1994 se hiciera un nuevo acuerdo entre Shell y Petroperú. Hasta 1998 se lograron importantes avances, pero la empresa Shell decidió abandonar el proyecto. En 1999 el Estado peruano llama a un proceso de licitación internacional para continuar lo avanzado por Shell, y a fines del 2000 el proyecto fue adjudicado a diversos consorcios. Uno de los temas centrales era asegurar que el gas pudiese cubrir las necesidades energéticas locales, tanto industriales como domésticas, algo que durante los últimos 17 años se ha logrado con relativo éxito.

Sin embargo, el sur del Perú clama por una utilización más audaz y productiva, de modo que los efectos benéficos se propaguen para elevar el nivel de vida de ese sur que se siente postergado y que ha aprovechado las ventajas del crecimiento económico en mucho menor proporción que el próspero norte y el dinámico centro del país. El proyecto del Gasoducto del Sur se encuentra en pleno desarrollo, pese a las sombras que cubren el otorgamiento de la buena pro a favor de empresas brasileñas por el encarcelado presidente Ollanta Humala; todo ello en el contexto de la grave corrupción del Foro de Sao Paulo, el Partido de los Trabajadores de Lula Da Silva y la red de empresas mercantilistas al servicio de su causa hegemónica continental. Hoy, la causa del socialmercantilismo brasileño está casi reducida a escombros y a punto de ser lanzada al basurero de la historia.

Veamos cuál puede ser uno de los giros de ese proyecto audaz y productivo. En estos días estamos celebrando el 477° aniversario de Arequipa, la bella ciudad blanca al pie de tres volcanes. Partiendo de esta ciudad, que cuenta más de 800,000 habitantes, con suficiente y necesaria energía a obtener del gas natural, podemos iniciar un extraordinario proceso de conurbación. Así se podría convertir a Arequipa en una gran metrópoli que se extienda desde las faldas del Misti, siga hacia Uchumayo y El Pedregal, para llegar en un ramal a lo que hoy conocemos como la ciudad de Camaná, orientando el otro ramal hacia Mollendo.

Ese es el horizonte urbano extendido de la gran metrópoli mistiana. Se incluiría en esta conurbación los terrenos de Majes aledaños a El Pedregal, donde algunos expertos han sugerido establecer un nuevo centro urbano, de 300,000 habitantes. Si agregamos los 120,000 de El Pedregal y otros 250,000 en el resto del camino, tenemos una cifra proyectada de 1.5 millones de beneficiarios directos para iniciar esta aventura urbana. La clave para poder llevarla a efecto rápidamente es contar con las fuentes energéticas necesarias y suficientes. Para ser más gráfico, se trataría de un triángulo urbano Arequipa, Camaná y Mollendo. Consulte cualquier mapa para que tenga una idea inicial. ¿Qué locura es esta? Veamos.

El eje de la conurbación que proponemos sería una red ferroviaria de alta tecnología en el triángulo mencionado, incluyendo el de “alta velocidad” (TGV, por sus siglas en francés), el tren de cercanías y el tren urbano. Al mismo tiempo, una red de eficaces autopistas permitiría una fluidez en el tráfico de tramos cortos y medios. El triángulo Arequipa-Camaná-Mollendo comprende una extensión aproximada de 7,500 km²; es decir un área que representa casi tres veces la de la actual Lima Metropolitana. Sin embargo, si la red de conurbación triangular se efectúa definiendo espacios de producción agrícola, reservas naturales y vocación turística, además de algunos otros no habitables (por el momento), habrá suficiente espacio para un crecimiento metropolitano impresionante, un concepto de sostenibilidad de vanguardia y una fuerza enorme para liderar un cambio positivo y radical en la modernidad del sur del Perú.

¿Pedían una utilización audaz y productiva de la energía generada por el gas del sur? Pues ahí la tenemos: sostener la emergencia de una gran metrópoli en el triángulo definido por las ciudades de Arequipa, Camaná y Mollendo. Otros puntos de nuestro territorio nos permitirán acoger proyectos similares. Los mencionaremos en entregas posteriores. Una visión como esta, llevada a la práctica, permitiría un proceso de crecimiento urbano ordenado, eficaz y sostenible nunca antes visto en nuestro país. Tenemos que ser capaces de proponer e iniciar proyectos de gran envergadura más allá de la propia y necesaria infraestructura, cuya culminación supere la impronta de dos o tres generaciones trabajando en ellos, lo que resta del siglo XXI. Estaríamos en la línea correcta construyendo Patria y dejando para el futuro una herencia apreciable, en la medida que se ejecute correctamente, sin controlismo estatal ni voluntarismos populistas sino con un Estado —en sus estamentos distritales, provinciales, regional y nacional— acompañando con eficacia a los emprendedores convocados con toda la fuerza de sus proyectos y sus sueños.

Es hora de que los peruanos dejemos atrás el grave deterioro de la calidad de vida que implica habernos permitido una metrópoli fragmentada, caótica y (casi) irrecuperable como Lima. Apostemos por una nueva, moderna y eficaz forma de “metropolización” allí donde, si no hacemos nada, en menos de 25 años tendremos problemas similares o peores a los que hoy muestra tristemente nuestra capital.

Darío Enríquez

 
Darío Enríquez
16 de agosto del 2017

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