Erick Flores

El sendero de la reconciliación

La reconciliación solo debe darse entre la sociedad civil y el Estado peruano

El sendero de la reconciliación
Erick Flores
03 de abril del 2018

 

El terrorismo en nuestro país marcó uno de los periodos más trágicos y sangrientos de nuestra historia republicana. En nombre del socialismo/comunismo, más de 30,000 personas fueron asesinadas sin el menor de los escrúpulos. Luego de que los terroristas pasaran a la clandestinidad en mayo de 1980 y ante los primeros atentados, la reacción del Estado peruano fue torpe y temerosa, lo que terminó por dejar a la sociedad civil en medio de un escenario nefasto. Hoy, cerca de cumplir 26 años de la derrota militar del terrorismo en el Perú, las heridas que el proceso ha dejado todavía no han cerrado. El dolor de las víctimas persiste y la reconciliación es una de las deudas pendientes que nuestra sociedad todavía tiene que saldar de cara al Bicentenario.

En medio de este escenario, en una entrevista concedida el día de ayer al diario Correo, el congresista Rogelio Tucto, del Frente Amplio, ha manifestado su simpatía por un posible indulto a Abimael Guzmán, líder de la agrupación terrorista Sendero Luminoso. El congresista dijo que si la liberación del terrorista conlleva a una “verdadera reconciliación” para la sociedad peruana, no estaría mal. Al margen de las reacciones que esta declaración pueda generar, aquí se presenta el principal motivo por el que todos los intentos de reconciliación no han tenido éxito.

Al igual que el congresista Tucto, existe un cierto número de personas que creen que el proceso de reconciliación debe darse entre todos los actores que participaron en el periodo del terrorismo. Esto quiere decir que la reconciliación debe abarcar al Estado peruano (policías y militares), a la sociedad civil y a los terroristas alzados en armas. Lamentablemente para ellos, esto es imposible. Creer —y además querer— que los familiares de las víctimas de la masacre de Lucanamarca, por mencionar solo un ejemplo, van a “reconciliarse” con aquellos asesinos que les quitaron la vida a sus seres queridos en nombre de una ideología no solo muestra incomprensión e ignorancia sobre el tema, sino que también revela una profunda perversión y vileza por parte de estas personas.

El solo hecho de considerar a los terroristas, quienes fueron los que iniciaron con la violencia sistemática en contra de la sociedad civil para conquistar el poder, dentro del proceso de la reconciliación, constituye un insulto a la memoria de los miles de muertos que el socialismo/comunismo le dejó a nuestra sociedad. No podemos pensar en la reconciliación si todavía creemos que el Estado peruano, incluso con todas las responsabilidades que tiene en el proceso, está al mismo nivel que la organización terrorista que llenó nuestra memoria de sangre y dolor.

En este punto debemos tener las cosas muy claras. La reconciliación en nuestro país, si es que debe darse en algún momento, debe ser entre la sociedad civil y el Estado peruano. Los terroristas deben quedar al margen de este proceso porque es incorrecto ponerlos en la misma condición que sus víctimas. Si como sociedad terminamos de entender esto, es posible que —en verdad y en el mediano plazo— comencemos a transitar el verdadero sendero de la reconciliación; pero esto implica descartar ideas como las que defiende el congresista Tucto y gran parte de la izquierda. Ideas que no pasan de ser una muestra de sus preferencias políticas y simpatías personales. Lo que no tendría que estar necesariamente mal; sin embargo en este tema no puede haber banderas políticas, no puede haber simpatías personales. Se trata de los valores que compartimos como sociedad, aquellos con conforman nuestro acervo cultural, nuestra ética.

Si no somos capaces de superar la insana discusión que proponen personas como el congresista del Frente Amplio y las personas que lo siguen en sus delirios, menos vamos a poder pensar en los retos que el Bicentenario nos depara en adelante.

 

Erick Flores
03 de abril del 2018

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