Eduardo Zapata

El rostro de Verónica

El rostro de Verónica
Eduardo Zapata
19 de febrero del 2015

Triste sino de la izquierda peruana, reducida a la búsqueda de un rostro.

Pocos rostros frescos puede ofrecer la izquierda peruana de cara a las elecciones presidenciales del 2016. Tal vez una de esos pocos sea el de Verónica Mendoza. 

Alejada pronto del Nacionalismo con el cual llegó al  Congreso, su rostro aparece por ello sin huellas de corrupción. Y también distante de las ineficiencias del grupo que acompañó a la ex alcaldesa Susana Villarán. Tampoco en su rostro asoman las arrugas de la incompetencia. 

Etimológicamente, se trataría de un rostro más bien lozano. Fresco y por ello convocante. Apenas cultivado por un discreto maquillaje que la hace diferir de otros rostros también jóvenes cuyo maquillaje no alcanza a cubrir la incompetencia. 

Verónica tiene, entonces, la lozanía de una juventud incólume. Y su rostro serio pero agradable –así como su inteligencia y buen decir- tendrían el poder de seducir el voto juvenil. Porque comparte con ellos –además- un discurso ambientalista, un permanente reclamo de transparencia en la gestión pública. Y –ciertamente- principios de equidad. 

Difícilmente otros rostros femeninos o masculinos de la izquierda –Arana, Glave, Santos, Suzelle o la mismísima Susana- exporten naturalmente de entrada estos valores. Todo lo contrario. 

¿Cuál podría ser su promesa? Ofrecer –esta vez sí de veras- la “Gran Transformación” traicionada. Allí tendría como público-objetivo no solo a la juventud aludida, sino tendría la posibilidad de convocar a todos los que votaron por Humala y se sintieron traicionados. 

En este contexto, tal vez sea Salomón Lerner Ghitis el que trate de aprovechar este rostro fresco de la política. 

Claro está que allí cabría un contra. Pues el mismo manager que avaló la primera Gran Transformación –y que participó de este mismo gobierno en sus inicios- estaría avalando un nuevo rostro para la misma promesa de venta. 

Como es lógico, el mismo sector de la izquierda peruana trataría de rodear esta vieja promesa con rostro fresco –Verónica Mendoza- con otros rostros demasiado trajinados por los maquillajes. Y la lozanía podría desdibujarse. 

Más aún cuando la misma candidata vaya descubriendo que el suyo sería simplemente un rostro. Que ni siquiera sería usado para la Gran Transformación deseada. Sino como parte de un pacto de silencio con las arbitrariedades de quienes justamente la traicionaron. 

Finalmente podríamos tener una pareja presidencial para el 2016. Con un candidato populachero oficialista y un rostro jugando –sin saberlo ni quererlo- para los mismos intereses. 

Triste sino de la izquierda peruana. Reducida a la búsqueda de un rostro. Que inevitablemente sería absorbido por otros rostros y mentes que –a pesar de los maquillajes- no entienden que el mundo cambió. Y que las mayorías esperan, sí, una gran transformación. Aquella del Estado pequeño y eficiente que alienta voces y actos de libertades democráticas y económicas. 

Por Eduardo E. Zapata Saldaña 
19 - Feb - 2015  

Eduardo Zapata
19 de febrero del 2015

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