Jaime Chincha

El reto de Pérez Guadalupe

El reto de Pérez Guadalupe
Jaime Chincha
27 de febrero del 2015

Urge debate para convertir Serenazgos en policía urbana bajo órdenes de alcaldes. 

Con Daniel Urresti fuera del Ministerio del Interior, el gobierno tiene la última oportunidad de contrarrestar los altos índices de criminalidad e inseguridad que deja el fantoche más popular de Ollanta Humala y Nadine Heredia. El señor Pérez Guadalupe es, de lejos, el profesional más reluciente que ofrece el remozado gabinete de Ana Jara. Sus primeros pasos han ido en el camino correcto. Si bien es un estudioso de la criminología, su experiencia ha estado centrada en identificar al delincuente tras las rejas, y permitirle volverse una persona que se respete a sí misma y por ende a la sociedad. 

El reto del exjefe del INPE está en desplegar sus conocimientos sobre la delincuencia al terreno en el que opera. Una tarea nada sencilla pues, una vez estrenado en el cargo, se ha dedicado antes que cualquier otra cosa a desmontar el circo de su antecesor y acercar una cartera tan atareada a sectores que Urresti se encargó de espantar. 

Así, Pérez Guadalupe fue el invitado más esperado en la presentación del último trabajo de la ONG Ciudad Nuestra titulado "¿Quiénes son delincuentes en el Perú y por qué?". Una notable encuesta a unos 1,200 internos de todo el país que permite entender, de un modo profundo y desgarrador, aquello que gatilla la transformación de un individuo a un criminal, un sicario, un asesino. Los resultados son devastadores no solo para lo mal que se viene enfrentando el crimen, sino para lo que nos toca como ciudadanos desde el hogar, pasando por la educación, el barrio y la sociedad toda. 

El 44% de los presos encuestados por Ciudad Nuestra afirma haber sido golpeado por su padre cuando era niño. La cultura del correazo y el San Martín nos pasa factura; o quizá a algunos abuelos que creyeron así estar corrigiendo a una generación que oía en clases decir que "la letra con sangre entra". Encontrarnos con una cifra así es chocante y espantoso, justo cuando en estos días hemos sido testigos del niño de siete años maltratado por su padre en San Juan de Lurigancho. Carlos Zevallos Valerio (30), padre del pequeñito, le dejó 20 marcas en la espalda, luego de golpearlo con un cable de luz y con la hebilla de la correa. El niño probablemente será llevado a un Centro de Atención Residencial si no se le encuentra un entorno familiar favorable para su recuperación física y emocional. ¿No es acaso válido preguntarse si ese menor podría convertirse, cuando adulto, en un delincuente? Toco madera, pero el asunto es digno de reflexión, a la luz de lo revelado por el equipo liderado por el ex-ministro Gino Costa. 

Asimismo, un 59,8% de internos no terminó sus estudios. Es una amarga coincidencia presenciar cómo a pocos días del inicio de las clases, el Ministerio de Educación recién se pone a refaccionar los más de 70 colegios, solo en Lima, que se encuentran en pésimas condiciones. El portafolio que lidera Jaime Saavedra tiene, cómo no, una tremenda papa caliente. ¿Acaso esos niños que irán a clases desde el 9 de marzo se sentirán estimulados de escuchar a sus profesores en medio del polvo, o sentados en el suelo, o al lado de un baño, o como se ha visto en años anteriores, en un parque o un terreno baldío? Y si a eso le sumamos las ambiciones medianas del Sutep y las Ugeles, pensando solo en el nombramiento y relegando al alumno a huelgas y paralizaciones, atestiguamos otra patética razón para la deserción y la baja calidad educativa en zonas críticas y urbanas del país. 

La otra cifra del estudio en cuestión refiere que el 41,3% de los presos encuestados vivió, cuando niño y adolescente, en barrios con presencia de pandillas o bandas criminales. ¿No hemos visto recientemente el armamento de guerra que utilizan los pandilleros del Callao? ¿No estamos entonces creando más delincuentes para el futuro inmediato en cantidades industriales? 

En una reciente reunión con alcaldes del Callao, el nuevo Ministro anunció que cada camioneta de Serenazgo en el puerto tendrá un policía. El asunto, lamentablemente, rebasa Corongo y alrededores. Hace poco vimos cómo unos delincuentes que asaltaron dos restaurantes en Miraflores se encontraron con un valiente sereno que los interceptó, pese a su desventaja ya que por ley no puede tener armamento. Pérez Guadalupe debe, ahora sí, plantear la necesidad de convertir al Serenazgo en una Policía Urbana que dependa del Alcalde y que, previa capacitación policial y con todos los exámenes de ley, sume en las calles el resguardo bien equipado que nos merecemos. 

Por Jaime Chincha R.
27 - Feb - 2015

Jaime Chincha
27 de febrero del 2015

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