Neptalí Carpio

El relanzamiento de Sierra Productiva

El relanzamiento de Sierra Productiva
Neptalí Carpio
01 de julio del 2016

Para que los campesinos de la sierra ingresen al mercado

La noticia más importante, y que ha pasado desapercibida por los medios de comunicación, a raíz de las reuniones sostenidas recientemente por los gobernadores y alcaldes con Pedro Pablo Kuczynski, en la diudad de Cusco, es que por fin el proyecto Sierra Productiva, que proviene de la exitosa experiencia de los llamados yachachiq —palabra que en quechua significa “campesinos líderes tecnológicos que saben y enseñan”— será una prioridad al más alto nivel en el nuevo gobierno que se instalará el próximo 28 de julio.

De ejecutarse este proyecto, en toda su dimensión y extensión, será una verdadera revolución en el campo. Miles de campesinos ingresaran a la economía de mercado, desde su propia experiencia de transformación productiva, en gran parte de la sierra del Perú. La ejecución de este modelo, alternativo al asistencialista, que data del año 1994, parte de un enfoque de gestión integral de microcuencas, que tiene como punto de partida la creación de un sistema de riego por aspersión para el manejo adecuado del agua, superando la dependencia exclusiva de la lluvia. Luego se desarrollan hasta diez tecnologías diversas, entre productivas, conservacionistas y de transformación en zonas de sierra.

El impacto económico se observará principalmente en el incremento de los volúmenes cosechados y en la ampliación de la diversidad de cultivos, lo que garantizará la seguridad alimentaria de la población. Adicionalmente se producirá una mejora de la calidad nutricional de la dieta de las familias. Además de la producción para el autoconsumo, las familias contarám con excedentes para vender y transformar, logrando así incrementar sus ingresos económicos. De esta manera harán su ingreso gradual al mercado.

Como ha señalado el líder de esta experiencia, Carlos Paredes, “se supera el enfoque de la izquierda tradicional, cuyos líderes tienen una interpretación equivocada, de que el sujeto social de cambio es el pobre. Y cuanto más pobre sea, más pobre esté, más posibilidades hay de que convierta esa desesperación en revolución. Esta es una interpretación por un lado equivocada, y por otro lado despreciativa, de las posibilidades que la gente tiene”.  Lo que está mostrando Sierra Productiva es que los conocimientos innovadores, más la implementación de tecnologías, permiten que las personas sean libres.  Sierra Productiva aparece como una inclusión económica que hace que las personas se valgan por sí mismas, generando poco a poco un espíritu emprendedor.

De ejecutarse este programa durante el gobierno de PPK, se estima que unas 500,000 familias campesinas de pequeña producción derrotarán a la pobreza y a la desnutrición, dando el salto a convertirse en emprendedoras. Una verdadera revolución productiva, fundamentalmente en la sierra del Perú. Unos 3,000 yachachiq participarían en este programa, capacitando y transfiriendo tecnologías a miles de familias.

El anuncio de PPK de hacer suyo este proyecto resulta positivo, porque no solo se debe establecer programas asistencialistas para las familias más empobrecidas del país. Sin embargo, el Estado debe trabajar la mejor forma de acercar a estas familias a los mercados, tanto regionales como internacionales. Se debe tener especial cuidado en esto, porque muchos programas comienzan por la parte productiva, pero descuidan el mercado, lo cual finalmente puede ser un obstáculo para que esas familias sigan desarrollando su economía. Agricultura y comercio deben ir de la mano. Esta debe ser una tarea de todo el aparato estatal, y no de un solo ministerio. Y en su implementación transversal se debe incluir a los gobiernos regionales y locales.

Sin embargo, no es la primera vez que se intenta incluir este proyecto dentro de las políticas del Estado. Se intentó inicialmente en el gobierno de Alan García —con la iniciativa, Mi Chacra Productiva, desde FONCODES— y luego en el Gobierno de Ollanta Humala con el programa Haku Wiñay, pero no se dieron los resultados esperados.

La clave radicaría en crear un ente estatal con el poder suficiente y con la participación de los propios yachachiq, para que ellos mismos ejecuten este programa, en coordinación con los gobiernos regionales y locales, y transversalmente con otros ministerios. Dejar en manos de burócratas este emblemático programa es condenarlo otra vez al fracaso o a su deformación. Es una propuesta que el propio PPK y el primer ministro deben liderar desde el más alto nivel del Estado.

Neptalí Carpio

 
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01 de julio del 2016

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