Iván Arenas

El “radical fujimorista”

El “radical fujimorista”
Iván Arenas
25 de noviembre del 2015

Keiko Fujimori y la oposición interna para construir una mayoría electoral

El “radical fujimorista” quiere llegar a palacio de gobierno solo con Alberto y no con Keiko. No obstante,  olvidan que las elecciones se ganan construyendo una mayoría electoral y social. El 35% te pone en segunda vuelta pero el 51% te hace presidente, recuérdenlo. La política  enseña a conversar con quién no es igual a uno. Eso significa llegar a pactos, acuerdos, coaliciones y también a renuncias. Sin embargo, para el radical fujimorista es un insulto si quiera estrechar la mano del adversario.  

El “radical fujimorista” debe entender que el objetivo de un partido democrático es construir la democracia. La herencia colonial ha creado en el Perú profundos e irreconciliables odios. Durante todo el siglo XX el partido principal no fue el Apra sino el “antiaprismo”. Sin embargo la grandeza de Víctor Raúl -con muertos, heridos y persecuciones sobre las espaldas- fue el acuerdo (convivencia y súper convivencia) que impidió la guerra civil y fratricida. El fujimorato de Alberto, con sus luces y -sobre todo- con tremendas sombras, dejó como herencia el “antifujimorismo”, que es capaz de unir a tirios y troyanos, a liberales y socialista. Por eso, si Keiko quiere ganar las elecciones, la tarea inmensa es adelgazar el adiposo “anti.  

El “radical fujimorista” y el “radical zurdo” son semejantes porque ambos son la negación. Uno es “terruco”, “caviar”, “social confuso”. El otro es “asesino”, “corrupto”, “ladrón”. No hay lugar para el diálogo. Al radical fujimorista le amarga y le avergüenza que un “hombre de izquierda democrática”, como se define, Vladimir Huaroc, fundador de Fuerza Social, sea el flamante jale de Keiko. El radical zurdo se queda en silencio para luego definir a Huaroc como un “traidor” o un “ambicioso por el poder”. El radical fujimorista se horrorizó cuando Keiko se presentó en Harvard y creyó escuchar herejías sobre las esterilizaciones forzadas, la CVR y el gobierno de Alberto, su padre. Desde la otra orilla,  el “radical zurdo” definió la estrategia de la candidata naranja como un cuento en busca de votos.  

Lo que, aparentemente, ambas posiciones no comprenden es que la construcción de una mayoría electoral obliga a dejar las pasiones como consejeras y pensar estratégicamente con la razón. Cuando Keiko llegó de Harvard, los impulsos del “radical fujimorista” le indicaban que el resultado de tremendo giro se expresaría en una bajada en las encuestas. Sucedió todo lo contrario. La candidata naranja sacó mayor ventaja.  Para el “radical fujimorista” Keiko podría ser el enemigo del purismo de Alberto y ya ven a Kenji en un futuro recambio de timón. Esperan que una patinada lleve a Keiko directo al coladero y al “te lo dije”.

Lo que el “radical fujimorista” no debe olvidar es que si en los últimos dos lustros el fujimorismo perdura como fuerza política, no solo es por el recuerdo del gobierno de Alberto.  Es, además, porque Keiko ha mantenido las formas de pesos y contrapesos que una democracia exige y sobre todo ha contenido a los halcones internos que miraban, a la hoy candidata, con mal de ojo y a veces con desdén.

Por: Iván Arenas

Iván Arenas
25 de noviembre del 2015

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