Jorge Valenzuela

El Quijote, una vez más

El Quijote, una vez más
Jorge Valenzuela
26 de noviembre del 2014

Los indiscernibles límites entre la ficción y la realidad

El hecho de que en el Quijote se haga referencia a otras novelas (a su poder de persuasión, a su calidad y a su verdad o su mentira) es importante para comprender la naturaleza del libro, pero también la de la propia ficción.  En efecto, la presencia de ese otro mundo constituido por las historias de los libros que se leen o sobre los que se abre un breve debate dentro de la inmortal novela de Cervantes, demuestra que una ficción siempre es fuente de otra, que las ficciones son generadoras de realidad en todos sus niveles y que el Quijote ha llegado a ser la novela que es precisamente por haber logrado constituir a la propia ficción como el eje estructural o fuente general de sentido de la realidad interna del texto.

Si bien la presencia de otros libros de ficción es el mecanismo -quizá el principal- a través del cual se filtra la ficción en la “realidad” que impone la novela, es posible atender a otro: el de la imaginación desatada de los personajes, la desbordada forma en que, mentalmente, transforman la realidad con sus sueños, con su imaginación, con sus delirios y alucinaciones. En ambos casos, la novela nos permite acceder, a  través de  comentarios y situaciones, a la poética de la ficción del Quijote, esto es, a lo que en la novela se tiene como un conjunto de principios estructurales que, sin embargo, sufren, como no puede ser de otra manera, en el propósito de discriminar entre la ficción y la realidad.

Volviendo a nuestro punto inicial es importante destacar, entonces, como sostiene José María Pozuelo, “que lo verdaderamente importante no es la poética de la ficción presente en el Quijote sino la poética de la ficción del Quijote...”, es decir, el papel que cumplen todas esos textos y vivencias vinculadas entre sí en la novela y la forma en que hacen ficción y la construyen. Cuestión, sin duda, de  índole estructural y que rebasa largamente la presencia temática de la ficción, o la reflexión sobre la ficción como un dispositivo que amplía o modifica la realidad.

A eso se refiere sin duda Pozuelo, cuando sostiene que “la frontera ficción/ realidad en el Quijote no puede situarse en el mismo rango, ni en el mismo nivel analítico que muchos otros temas sobre los que en el Quijote se diserta, como el de los moriscos, la mujer, la libertad o el amor” . “La frontera ficción/ realidad, dice Pozuelo, compromete la unidad y la totalidad del diseño artístico de toda la novela, y afecta a lo que Bajtin llamaría su forma arquitectónica y no es por consiguiente un asunto o ingrediente con valor referencial, sino con valor sígnico, formal y definidoramente artístico”. Y que por ello “es un vector que cruza desde la constitución misma de la personalidad enferma de su héroe, hasta la imaginación de una Dulcinea o las promesas que mueven a Sancho, las múltiples parodias sobre la literatura anterior incluidas a lo largo de la obra”.

Si partimos del hecho de que en el Quijote la cuestión de los límites (¿los habrá?) entre realidad y la ficción no es un tema sino el  eje que estructura el relato y tenemos al texto de Cervantes como el modelo por antonomasia de la novela moderna, es posible postular que nuestro modo de observar la realidad no puede dejar de lado el componente ficcional del que también está constituido. De modo que solo renunciando a la estéril dicotomía ficción realidad es como, con Cervantes, podremos comprender de qué estamos hechos, de qué clase de materia (si puede hablarse en esos términos) está compuesto aquello que, de manera limitada e ingenua, por ahora llamamos realidad.

Por Jorge Valenzuela

(26 - nov - 2014)

Jorge Valenzuela
26 de noviembre del 2014

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