Erick Flores

El progresismo: la destrucción de la sociedad

Niega la realidad y pervierte las instituciones

El progresismo: la destrucción de la sociedad
Erick Flores
11 de septiembre del 2018

 

La BBC hizo publicó ayer un caso de violación en una prisión para mujeres al norte de Inglaterra. Este tipo de cosas no tendrían que ser novedad, creo que la mayoría de personas sabemos las cosas que suelen ocurrir en las prisiones; lo que debe llamar la atención de todos es que la persona acusada de este delito es un hombre. Sí, un hombre. ¿Qué fue lo que pasó para que un hombre termine en una prisión para mujeres? Pues aunque parezca un mal chiste, Stephen Wood (nombre original del personaje en cuestión) solo tuvo que vestirse de mujer, declararse transgénero y convertirse así en Karen White, identidad “femenina” que le permitía —gracias a la reglamentación carcelaria inglesa— estar en una prisión para mujeres siendo biológicamente un hombre.

Si una persona se considera un ave y se lanza de un quinto piso para volar, es evidente que la realidad le explicará —de manera no tan amable— que una cosa es la verdad y otra cosa es la creencia, la fantasía. Lo que ha pasado en Inglaterra es algo muy grave, no porque haya alguna intención de censurar la libertad de las personas para percibirse a sí mismas como quieran. Mucho drama no hay si un hombre se percibe mujer o viceversa; a lo mucho se ganaría un juicio moral por algún sector conservador de la sociedad y nada más, ahí acaba la cuestión. Pero este caso es grave porque se trata de la justicia, secuestrada por el progresismo, que termina tratando en forma desigual a las personas. Stephen Wood, por muy Karen White que se sienta, debió ser tratado por la justicia como lo que es, un hombre, y haber sido recluido en una prisión para hombres.

Y por si todo esto no fuera poco, hay algo mucho más preocupante todavía, y es el destino al que se dirige nuestra sociedad con este tipo de cosas. Este hecho, sumado a otros como el triunfo de un hombre operado en un concurso de belleza para mujeres, o el de un hombre ganando medallas deportivas en la categoría de mujeres, confirman una tendencia. El progresismo está ganando en todos lados y está destruyendo las instituciones sociales que —hasta hoy— venían haciendo la vida del hombre mucho más amena y llevadera. ¿Qué hubiera pasado si, además de percibirse como mujer, Wood también decía sentirse negra e indígena? Bajo la lógica progresista, las leyes tendrían que brindarle muchas más condescendencias debido a su condición de “población vulnerable”, lo cual violaría de una forma mucho más aberrante el principio de igualdad ante la ley.

El progresismo se ha convertido en un verdadero problema para la sociedad, no solo por representar una visión que niega la realidad, sino porque su objetivo central es pervertir la función de las instituciones y usar el aparato del Estado para imponer esa visión a toda la sociedad. Acabar con los estamentos más sólidos de la sociedad y atacar las bases mismas de la civilización parecía —hace algunos años— algo bastante lejano y que no tendríamos la desdicha de sufrir en el corto plazo. Lamentablemente hoy vemos que se trata de una realidad que ya está aquí.

De este punto, a convertir la justicia en una agencia de persecución en contra de los “herejes” que no comparten la dictadura del pensamiento [progresista], al mismo estilo de la dictadura checa soviética, implementada en diciembre de 1917, ya no hay mucha distancia. Se trata del corolario de un largo proceso de degradación moral que la sociedad ha venido sufriendo a manos del progresismo; un proceso que hoy es nuestra responsabilidad revertir porque no solo está en juego nuestra comodidad en la sociedad, sino la de nuestros hijos y nietos. No olvidemos nunca que, como dijo el gran Edmund Burke, lo único que necesita el mal para triunfar es que hombres buenos no hagan nada. Advertidos estamos.

 

Erick Flores
11 de septiembre del 2018

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