J. Eduardo Ponce Vivanco

El predicamento de América Latina

El predicamento de América Latina
J. Eduardo Ponce Vivanco
28 de julio del 2016

Fortalecer la democracia, el estado de derecho y el libre mercado

Una semana antes de que Chile presentara su Contramemoria en la Corte Internacional de Justicia —que juzga la demanda interpuesta por Bolivia para obligarlo a negociar de buena fe una salida soberana al mar—, el canciller boliviano David Choquehuanca encabezó una delegación del más alto nivel con el objeto de “inspeccionar” los puertos de Arica y Antofagasta, por los que sale y entra alrededor del 80% del comercio boliviano. En el Tratado de 1904, que fijó los límites entre ambos países veinte después de la Guerra del Pacífico, Chile se comprometió a garantizar el más amplio y libre tránsito para el transporte de la carga de su vecino, la administración de las aduanas bolivianas en ambos puertos y un sustantivo conjunto de facilidades conexas.

En un gesto de evidente provocación, La Paz evitó el tratamiento diplomático que corresponde a una visita tan importante, sin acordar agenda ni programa de trabajo con las autoridades chilenas. Ignorando la incomodidad expresada por el canciller Heraldo Muñoz, Choquehuanca ingresó a Chile con su viceministro, los presidentes de las dos cámaras del Congreso, altos funcionarios, políticos, transportistas y periodistas, en una caravana que superó las cincuenta personas. Denunciaron supuestos incumplimientos, maltratos a camioneros bolivianos y entonaron la beligerante “Canción del mar” frente a una prensa sorprendida.

Meses antes Bolivia decidió aprovechar totalmente las aguas del Silala, un río de curso sucesivo que nace en Bolivia y discurre hacia Chile. Santiago demandó a La Paz por esa transgresión unilateral, instaurando un segundo pleito judicial en La Haya. Las continuas declaraciones ofensivas del presidente Evo Morales y las autoridades de su gobierno han alimentado la tensión. “Ningún gobierno de Bolivia llevó la relación a un nivel tan bajo en los últimos cien años” afirmó el canciller Muñoz, antes de buscar apoyo parlamentario para denunciar el Convenio de Supresión de Visas Diplomáticas y Oficiales, cuya vigencia facilitó el ingreso de la delegación extranjera a su territorio.

Esta confrontación, y el constante deterioro de la situación en Venezuela no deben turbar la celebración democrática de la próxima semana en Lima, donde Pedro Pablo Kuczynski asumirá la Presidencia de la República en presencia de jefes de Estado y representantes de gobiernos y organismos internacionales. El encuentro coincide con las audiencias de la “justicia” chavista sobre la prisión política de Leopoldo López y la incorporación del Vaticano en el diálogo con la oposición. La presencia del presidente Macri y otros líderes democráticos en el Perú propiciará pronunciamientos para aliviar la crisis que sufre el pueblo venezolano por las políticas de Maduro.

Aunque América Latina estaría más unida sin estos conflictos, la región parece un océano de paz si se observan las amenazas que pesan sobre otras latitudes. Pero necesitamos fortalecer la unidad, la democracia, el estado de derecho y el libre mercado, porque son los mejores activos para hacer frente al peligro de un indeseable triunfo de Donald Trump. En el epicentro de un sistema internacional que es víctima del terrorismo y la violencia, las agresivas políticas que pregona cuestionan los principios que inspiran la Constitución norteamericana (El País, 22.7). Anuncian el fin del orden mundial que surgió de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, y un aislacionismo hostil que demolería instituciones y tratados de defensa recíproca e integración.

Los latinoamericanos enfrentaríamos el debilitamiento del sistema interamericano y el replanteamiento de las relaciones con Washington, así como los efectos de la disolución del NAFTA y los tratados de libre comercio que enfurecen al iracundo candidato republicano, cuyo triunfo debemos evaluar como hipótesis de trabajo. El robustecimiento de la Alianza del Pacífico, la reforma y liberalización del Mercosur, y la Cumbre Presidencial de APEC en Lima el próximo noviembre son oportunidades que debemos aprovechar con urgencia. A esas favorables perspectivas se sumaría la concreción de la paz interna en Colombia, así como un progreso hasta ahora imposible hacia la democratización y reconciliación de Venezuela.

En La Haya, Bolivia y Chile protagonizan dos controversias en un preocupante clima de enemistad. Lima podría ser un punto de encuentro para revertir esa dinámica de tensión y fomentar relaciones de cooperación. La confluencia de intereses recíprocos entre sus grandes zonas fronterizas y el gran sur peruano podría ser un camino eficaz para que la vecindad rinda frutos tan positivos como los que han beneficiado al Perú y Chile en las últimas décadas.

J. Eduardo Ponce Vivanco

(Publicado por Infolatam)

 
J. Eduardo Ponce Vivanco
28 de julio del 2016

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