El porqué de la facultades: más allá del hoy

La importancia del acceso al sistema financiero

Hace ya algún tiempo leí el libro ¿Por qué fracasan los países?, de Acemoglú y Robinson, y encontré en él un comentario que me parece clave para compartirlo con ustedes. En opinión de estos autores, las instituciones políticas y económicas extractivas se alimentan entre sí. En estos escenarios el poder se vuelve ilimitado porque aporta además riqueza económica.

En este contexto el desarrollo de políticas económicas que rompan con un Estado extractivista resulta fundamental. Siguiendo el hilo conductor del planteamiento de Acemoglú y Robinson, añadiría que no se trata de que las principales actividades económicas de un país sean la minería o la pesca, sino más bien de la forma como se desarrolla cualquier actividad productiva. Y es por ello que el pedido de facultades en materia económica que ha realizado el gobierno es más que histórico. Esta es la oportunidad para que el Congreso y el Ejecutivo trabajen de manera conjunta en el desarrollo de políticas económicas que conduzcan al fortalecimiento de modelos de negocio en cada uno de los sectores económicos; modelos en los que se privilegie el acceso de las grandes mayorías a mercados fuertemente competitivos y con elevados estándares de calidad.

Es impensable un modelo de desarrollo económico distinto al que nos ha venido planteando de manera persistente el presidente Kuczynski. Y para ello es clave elegir las mejores herramientas de política tributaria, económica y financiera. En particular quisiera referirme al acceso a los sistemas financieros que —a través del monedero electrónico— ha revolucionado a Kenia en la última década, permitiendo que millones de personas puedan realizar una multiplicidad de operaciones a costos sumamente bajos.

Hoy en día, en Kenia más del 40% de la población posee una cuenta bancaria y más del 60% utiliza la banca móvil para realizar pagos y transferir dinero. Para ello se desarrolló una app muy sencilla que hizo posible —luego de varios intentos fallidos— convertir a M-PESA en un caso de éxito a nivel internacional. Esta plataforma virtual reduce los costos de acceso y el tiempo, y con ello permite elevar la productividad de los trabajadores. En cuestión de segundos estos trabajadores son capaces de atender sus necesidades financieras y sin incurrir en largas horas de traslado al banco o en el pago de comisiones elevadas para el pago de servicios.

Imaginemos por un momento que nuestra banca móvil, el BIN, comienza a funcionar a nivel nacional, integrando las necesidades de semilla del agricultor de Paccarectambo con la oferta del vendedor mayorista en el Cusco. Y que además le permite al agricultor transferir el dinero a través del celular, o que una microempresaria del mercado de San Juan de Lurigancho le pide y paga en línea su mercadería. Esto es eficiencia y productividad. Esto es un mercado inclusivo, en el que todos tenemos las mismas oportunidades de hacer negocio y de usar el sistema financiero a tarifas competitivas, en lugar de ir al prestamista informal que —sin duda— es mucho más costoso y riesgoso.

Pero para que esto funcione se requiere que el Estado invierta en infraestructura, banda ancha y en antenas en los sitios más alejados del país. Y también que haya más competencia en el mercado de telefonía celular en zonas de menor densidad poblacional, para que cueste menos contar con tecnología de punta a precios competitivos. La sobrerregulación no puede convertirse en un factor limitante, pues se trata de construir mercados inclusivos para que la política responda a todos los actores por igual. Esa sí es una verdadera transformación social.

Giovanna Prialé Reyes