Neptalí Carpio

El populismo ilustrado de Alfredo Barnechea

El populismo ilustrado de Alfredo Barnechea
Neptalí Carpio
25 de marzo del 2016

Un plan de gobierno lleno de incógnitas

La certeza de un plan de gobierno no estriba principalmente en proponer objetivos sino en precisar cómo se van a lograr éstos; en qué plazos; con qué instrumentos de gestión, precisando qué lugar ocupa el Estado y el sector privado en una propuesta de desarrollo nacional, en el marco de una economía globalizada. Lamentablemente, el plan de Gobierno de Acción Popular (AP), es una propuesta displicentemente elaborada y con una amplia vaguedad de conceptos que pueden dar para todos los gustos y colores.  

La propuesta económica de Barnechea, de solo tres páginas, propone conceptos etéreos y que llevan a la confusión como “Sembrar inversión pública para cosechar inversión privada” o promover una “Economía nacional de mercado” que podrían ser suscritos por cualquier militante de Verónika Mendoza o Gregorio Santos. El concepto de una economía nacional de mercado es sinónimo de una apuesta a promover un capitalismo nacional que en términos prácticos colisiona con las acciones desarrolladas por los últimos tres gobiernos nacionales para promover tratados de libre comercio y conformar bloques económicos. Es una propuesta con primacía en la acción endógena que inevitablemente lleva a establecer medidas económicas de privilegio para el capital nacional en desmedro del capital extranjero o abandonar y derogar los tratados de Libre Comercio. ¿Es eso lo que quiere hacer en la presidencia Alfredo Barnechea? Su plan no solo no lo explica, tampoco propone medidas específicas que clarifiquen que rumbo tomaría el Perú desde el 28 de julio de este año.

¿Qué pretende Barnechea cuando propone “Sembrar inversión pública para cosechar inversión privada”? La frase programática lleva implícita una relación de causa – efecto, propia de un keynesianismo puro. Es decir, primero el Estado promoverá un voluntarismo estatal con múltiples proyectos, con la ilusión que luego las empresas privadas se vean beneficiadas. Es el típico modelo de los años 60 y 70 del siglo pasado. Esa propuesta adquiere una peligrosa lógica cuando en el plan económico la propuesta de Barnechea no menciona la promoción de iniciativas público – privadas, concesiones u obras por impuestos. Ninguna palabra sobre este tipo de iniciativas. ¿Desactivará o ninguneará PROINVERSION? El plan no explica nada.

Por otro lado, ¿a qué se refiere el plan de Barnechea cuando invoca a “restablecer el Estado de Bienestar en el Perú”? ¿Invoca el Estado de Bienestar que proponía la Constitución de 1979? ¿Se refiere a la situación económica del segundo gobierno de Belaúnde donde la inflación llegó al 150% y la mayor parte de la economía estaba en manos de deficientes empresas estatales?  Tampoco el mencionado plan lo aclara.

Para ser justos, el capítulo más logrado del plan de Gobierno de Barnechea es el referido a las modificaciones del sistema político. Contiene acertadas propuestas para revertir el actual sistema de partidos políticos y el desprestigio del Poder Judicial. Sin embargo, la propuesta no desarrolla un tema crucial a saber: la correlación institucional entre la reforma del Estado con los cambios que pretende hacía una “economía de mercado nacional”. No tiene una hoja de ruta para modernizar el Estado; mejorar la descentralización y reformar el sistema de inversión pública.

Cuando uno termina de leer el plan de Gobierno de AP afloran muchas preguntas y dudas. Da la impresión que detrás de la frase “la reconquista del Perú por los peruanos” en el fondo se esconde la añoranza a un estado de cosas que combinaba populismo, leves iniciativas privadas y el estilo mediocre de gestión de gobierno. Eso explica porque anuncia el restablecimiento de “Cooperación Popular”, sin fijar un enfoque para modernizar e integrar la dispersión de programas sociales.  

Alfredo Barnechea representa así una especie de populismo ilustrado. Detrás de las indiscutibles calidades intelectuales y alta cultura del candidato de AP se esconde un programa populista y ecléctico, “ni chicha ni limonada” como fue el segundo gobierno de Belaúnde. En el caso hipotético de llegar al gobierno será en el fondo el continuismo del humalismo, para luego terminar en un discurso confuso, aprovechado por sectores mercantilistas y/o extremistas. Y el hecho que Barnechea no haya tenido una experiencia directa de gestión de gobierno, sería un factor que no superará los problemas de gobernabilidad sino que los podría agudizar.            

Por: Neptalí Carpio

Neptalí Carpio
25 de marzo del 2016

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