Iván Arenas

El Perú que no comprende el politólogo

El Perú que no comprende el politólogo
Iván Arenas
13 de septiembre del 2016

Las ciencias sociales y su incapacidad para interpretar al país

Días atrás un grupo de politólogos se reunió en un famoso think tank de estudios sobre el Perú para discutir y evaluar el primer mes de gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. La idea dominante entre estos politólogos es que hay una ausencia y a la vez una necesidad de un “relato”, una “narrativa” que integre al Perú como nación. Algo de razón tiene el politólogo (o el sociólogo) en insistir sobre la construcción de un “relato” propio. Pero sucede que los grandes relatos que unifican y dan un sentido nacional no se originan en una mesa de discusión ni emergen de las sesudas columnas o artículos del intelectual. A veces, la realidad —por muy sencilla que sea— suele destrozar las fantasías del científico social.

No obstante las meditaciones y reflexiones del politólogo, ¿por qué el Perú, a pesar de los casi doscientos años de vida republicana, no ha podido construir una narrativa (o un relato) como nación? Porque sencillamente era imposible construir un solo relato para dos países, para el Perú criollo y para el “otro” Perú. Si uno mira hacia atrás, verá que la fundación de la República también fue la separación y exclusión del voto y de la propiedad del “otro” Perú, del Perú andino. De allí que, a pesar de los esfuerzos y las olas modernizadoras que se han sucedido durante toda la historia republicana, no se pudiera construir un relato que integre a una sola nación. Había dos naciones separadas por enormes murallas. Lo más cercano que había era un relato para el “Perú criollo”, pero no para el “otro” Perú que estaba —repetimos— excluido del voto, la ciudadanía y la propiedad.

Es con la migración interna (la única verdadera revolución, a decir de Basadre) y con mayor tenacidad aún con la apertura al libre mercado desde principios de 1990, que la fuerza procapitalista del “otro” Perú emerge como nunca en la historia de la República. Hoy existe una enorme clase media de origen andino, con voto, propiedades, mercados y un tejido empresarial popular que ha surgido sin la anuencia del Estado. De allí, por ejemplo, su informalidad y su rebeldía frente a todo lo que huela a Estado, especialmente a la Sunat.

Quizá, la buena noticia, es que hoy la República tiene un momento cénit: clase media emergente, regiones con potencial productivo, solo un quinto de la población en pobreza, macroeconomía estable y recursos humanos. Si la aproximación concuerda con la realidad, entonces justo en este momento existe una base estructural para una superestructura. Existe una realidad, un Perú distinto en el que se puede construir esa narrativa nacional para un solo país.

Sin embargo, hay un desfase, una distancia enorme entre el politólogo (o sociólogo) y el nuevo Perú, pues el politólogo no puede explicar qué sucede en el mundo andino emergente. Si el intelectual soslaya por un buen rato sus construcciones teóricas y sus pasiones ideológicas y se acerca al “otro” Perú, encontrará elementos para construir ese relato nacional que nos hace falta.

 

Iván Arenas

Iván Arenas
13 de septiembre del 2016

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