El peligro de una presidencia relativista

Cuando los principios esenciales se subordinan a los objetivos económicos

El gobierno de Kuczynski puede terminar capturado de manera definitiva por el relativismo. La actitud de PPK y la retahíla de frases lights lanzadas en las últimas semanas (“un poquito de marihuana”, “un poquito de contrabando”, etc.) encienden las alarmas en el sentido de que es muy probable que nos encontremos frente a un gobierno que banaliza los principios y está dispuesto a curvar la realidad para lograr sus objetivos, principalmente los económicos. Ciertamente, todo esto pudo intuirse durante la campaña. Cuando la derecha empresarial que apoya a PPK prefirió aliarse con la izquierda del Frente Amplio y con el establishment mediático caviar quedó claro que para los pepekausas el fin justifica los medios.

Esto fortalece la preeminencia en el gobierno de una política relativista. Para esta política relativista los principios esenciales de unidad nacional son contingentes a los objetivos económicos e ideológicos. De allí que toda política relativista (débil en esencia) favorezca a las ideologías fuertes que, con voluntad de poder, pretenden transformar una sociedad mediante la ingeniería institucional. Es fundamental reconocer que tras toda política relativista existe un programa de ingeniería institucional. Lo estamos viendo con el recién inaugurado gobierno de PPK, en el que ante la aparente ausencia de programas fuertes en el núcleo de gobierno, el sucedáneo lo ponen, en cantidades industriales, los ideólogos caviares e izquierdistas que se han infiltrado en el Estado en los últimos veinte años.

Solo así se comprende que, siendo PPK un hombre preocupado por temas concretos como el agua y la economía, su presidencia se ha inaugurado con un ataque coordinado por los abortistas defensores de la píldora del día siguiente, el lobby gay de los medios de comunicación y el intento de destruir la buena relación entre la Iglesia y el propio presidente. Todo esto no parece salir de la mesa de trabajo de PPK. Pero allí donde el relativismo campea, donde solo importa la economía y el resto es relativo (los tronchos, el contrabando y la política a largo plazo), es fácil que los caviares se hagan sentir, pues son expertos en copamiento e infiltración. Si PPK deja avanzar la agenda relativista de su entorno, preocupada solo por su pitanza, también fomentará que el pensamiento duro de la izquierda implemente su programa ideológico y capte sectores importantes como educación, justicia, salud y cultura. Este extremo, por supuesto, debe ser identificado y combatido.

A los antivalores de la izquierda la oposición, liderada por Fuerza Popular, tiene que oponer un sistema coherente de valores. La agenda caviar tiene que estrellarse contra el programa de Fuerza Popular. Si ellos favorecen a los terroristas, Fuerza Popular combate las raíces y las consecuencias del terrorismo. Si la izquierda promueve el aborto, Fuerza Popular es un partido que hace la defensa de la vida una de sus columnas esenciales. Si el Frente Amplio propugna el veneno disolvente del anticlericalismo, Fuerza Popular defiende al cristianismo como factor de síntesis y unidad nacional. La política relativista de la desviación economicista será combatida con un programa de principios que se alimentan de la realidad nacional. O realidad o nada. Ese es el camino para derrotar a los relativistas liberales que prefirieron aliarse con la izquierda antes que reformar de verdad.

Martín Santiváñez Vivanco