Victor Robles Sosa

El “nuevo rostro” de la izquierda

El “nuevo rostro” de la izquierda
Victor Robles Sosa
13 de octubre del 2015

Sobre la elección de Verónika Mendoza y las polémicas elecciones del FAI

El sector izquierdista agrupado en el Frente Amplio de Izquierda (FAI) acaba de elegir como su candidata presidencial para el 2016 a la congresista cusqueña Verónika Mendoza, en un proceso electoral signado por denuncias de fraude y un conteo de votos extrañamente lento. Así, las “elecciones ciudadanas libres y transparentes” realizadas por el FAI han quedado en entredicho.

La promesa de realizar esa elección con el apoyo y la supervisión de la ONPE se quedó en promesa. Y ocho días después de la elección, no hay resultados oficiales, pese a los adelantes tecnológicos que existen hoy en día. La victoria de Mendoza se ha anunciado a partir de meras proyecciones.

En medio de la espera, circularon en las redes sociales numerosos mensajes de activistas del FAI que ponen en duda la limpieza del proceso y la vocación democrática de la izquierda. Por ejemplo, se denunció que en el distrito de Pomalca se fraguó un fraude a favor del jefe de Tierra y Libertad. La maniobra fue tan grosera que el propio Marco Arana tuvo que tomar distancia de la jugada. En suma, las elecciones “ejemplares” que prometió el FAI han dejado muchas dudas.

En honor a la verdad, casi no hay antecedentes de elecciones limpias conducidas por la izquierda, al contrario. En las universidades, por ejemplo, cada vez que los grupos de izquierda ven que están perdiendo una elección se roban las ánforas para anular el proceso. Y en los sindicatos controlados por los grupos de izquierda, estos toma el control de los locales para impedir que ingresen a votar los delegados de los grupos opositores. La transparencia electoral no está en el ADN izquierdista.

La experiencia de la izquierda bolivariana también lo corrobora. En donde han llegado al poder han instaurado regímenes autoritarios y totalitarios que han liquidado el equilibrio de poderes, amordazado a la prensa y sometido a los tribunales electorales y a la justicia para perennizarse en el poder. Evo Morales y Rafael Correa son los últimos en haber modificado la Constitución de sus respectivos países para someter a los poderes Judicial y Electoral y reelegirse indefinidamente. Ya antes lo hicieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, los Kirchner en Argentina y los Castro en Cuba. Todos ellos son referentes políticos de la izquierda peruana, lamentablemente.

Pero el FAI no es la única organización que buscará el voto antisistema en el 2016. También están los Ciudadanos por el Cambio de Salomón Lerner, el Partido Socialista del difunto Javier Diez Canseco, el Partido Comunista Patria Roja, Fuerza Social de Susana Villarán, el Movimiento al Socialismo de Gregorio Santos, el partido etnocacerista de Antauro Humala, el Partido Humanista de Yehude Simon, y un largo etcétera.

Todos ellos, con algunos matices, comparten hoy el mismo objetivo político: restaurar la Constitución de 1979, volver al modelo económico estatista que empobreció al 60% de los peruanos, y resucitar al viejo estado-empresario corrupto e incapaz de brindarle seguridad, educación y salud al pueblo.

¿Si tienen los mismos objetivos, por qué entonces no se unen para las próximas elecciones? Porque en ese sector, lamentablemente, siempre ha prevalecido la voluntad del caudillo; por eso hay tantos partidos de izquierda como caudillos hay en ella. Y, paradójicamente, todos se proclaman, como dice Arana, promotores de la más férrea unidad de las fuerzas políticas y sociales” de izquierda.

Es verdad que Verónika Mendoza es un nuevo rostro en la izquierda, pero solo eso: una nueva cara, sin nuevas ideas. Al igual que Marco Arana, Gregorio Santos, Jorge Rimarrachin, Sergio Tejada y los demás dirigentes de izquierda, ella nos ofrece lo mismo: seguir el camino que transitan hoy los países bolivarianos, que el Perú ya transitó en los 70 y los 80, que nos condujo a la pobreza, la escasez, la inseguridad, y a la libertad y la democracia mutiladas.

Las verdaderas fuerzas democráticas de izquierda son aquellas que han renunciado al totalitarismo para adherirse plenamente al sistema respetando la alternancia en el gobierno y el equilibrio de poderes, y que también han renunciado al estatismo. Me refiero a las izquierdas modernas de España, Francia, Uruguay y Chile, entre otras. La nuestra, para mal del país, se ha congelado en el tiempo.

El Perú se merece una izquierda superior, comprometida con la democracia y el libre mercado. Esperemos que las nuevas generaciones la hagan realidad algún día.

Por: Víctor Robles Sosa

Victor Robles Sosa
13 de octubre del 2015

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