El nuevo gobierno y la Sucamec

Sobre el proyecto de ley de Armas Municiones y Explosivos

Una de las peores costumbres, que es necesario desterrar de nuestra cultura nacional, es lo que en argot popular se conoce como “mecida”, ¨ en alusión al movimiento de la cuna que distrae al niño para que los padres puedan hacer otra cosa. Cuando la mecida es institucional es una doble afrenta porque no solo es un engaño deliberado, sino que se está robando el costoso tiempo del contribuyente afectado por un proyecto normativo para trabajar un proyecto que subsane errores o mejore la normatividad vigente sobre la materia.

El régimen de Ollanta Humala ha dejado a nuestro país con una burocracia hipertrofiada y plagado de normas absurdas, solo explicables por la ignorancia más extrema o la mala leche deliberada de algunos de sus funcionarios, con la misma escala de valores que los integrantes de la turba bolivariana que asaltó el palacio legislativo en Caracas. Es decir, encorbatados agentes de intereses opuestos al desarrollo del Perú; una especie que se la pasó felicitándose y premiados endogámicamente con la esperanza de engañar incautos en el futuro.

En nuestro país es endémica la falta de cuadros capaces y experimentados dispuestos a enrolarse en la nunca bien pagada ni bien ponderada administración pública. Esta situación se agrava cuando un gobernante sin partido se topa casi sorpresivamente con la victoria, mucho antes de pensar a quiénes encargaría qué. Con conocimiento de esto, alguien con más neuronas operativas que quien calentaba oficialmente la silla palaciega hasta el 28 de julio último, dejó instalados legalmente hasta diciembre a muchos infiltrados en la actual administración. estos últimos tienen la tarea específica de sabotear, lección by the book de la vieja y aún vigente escuela de los hermanitos Fidel y Raúl.

La inseguridad es el la principal preocupación de todos los peruanos. La legislación en torno a ella es pieza clave. El Congreso anterior, tras largo y sesudo debate, publicó una Ley de Armas Municiones y Explosivos, considerada por propios y extraños como una de las mejores. El Ejecutivo de entonces, berrinchudo, prorrogó inexplicablemente la publicación del reglamento que le daría vigencia. Finalmente lo hizo en su hora postrera, y con varios artículos de contrabando que atropellan la legalidad y el derecho ciudadano. Como muestra un botón: sanciones draconianas con absoluta discrecionalidad (léase puerta grande para el abuso y la corrupción, como les encanta a los humalistas y sus parientes cercanos).

La actual gestión de Ministerio del Interior y de la Sucamec, acogió diligentemente los pedidos de los diversos gremios (seguridad, explosivos, usuarios particulares de armas, pirotécnicos y comerciantes legales de estos productos), y en sesudas reuniones de coordinación se redactó un proyecto imperfecto. Pero mucho mejor que el actualmente vigente, pues solucionaba soluciona casi todas las deficiencias del mismo, que tenían un claro sello humalista.

Espero sinceramente que ese trabajo conjunto, de múltiples grupos de ciudadanos y empresas, con funcionarios de la Sucamec que hacen honor al concepto de servidor público, rinda fruto y no acaben siendo ellos, y nosotros, víctimas de una mecida a cargo de los malos colegas aún supérstites del nefasto quinquenio Humala-Heredia.

Dardo López-Dolz