Darío Enríquez

El nuevo gabinete, un equipo sin “estrellas”

Prometen un trabajo de equipo, sin agendas personales

El nuevo gabinete, un equipo sin “estrellas”
Darío Enríquez
04 de abril del 2018

 

Hace una horas juramentó el primer gabinete del flamante presidente Martín Vizcarra, quien en su calidad de vicepresidente reemplazó al renunciante Pedro Pablo Kuczynski. La renuncia y consiguiente sucesión presidencial se desencadenó al ponerse en evidencia el operativo de corrupción política (compra de congresistas tránsfugas) que pretendía evitar la vacancia por incapacidad moral. Esta vacancia se fundamentaba en las probadas relaciones de negocios de PPK con la corrupción del socialista Foro de Sao Paulo, el reo Lula da Silva y empresas mercantilistas como Odebrecht, en el rol de operadores financieros.

En el nuevo Consejo de Ministros solo identificamos tres con perfil político, dos de ellos congresistas (Villanueva como premier y Heresi en Justicia) y un ex candidato a la presidencia del PPC, además del fallido candidato a la alcaldía de Lima por el partido PPK (Córdova, en Producción). El resto de los dieciséis ministros son profesionales que tienen ejecutoria y prestigio en su campo profesional, sin mayor experiencia política. Resaltan con nitidez un general (r) del Ejército para Defensa, un general (r) de la Policía Nacional para Interior y un profesional de carrera diplomática en Torre Tagle. Vizcarra y Villanueva han optado en puestos claves por “la tecnología de lo obvio”.

Cualquier afán de desarrollar una agenda personal por parte de cada ministro quedaría de lado a partir de las declaraciones del premier: “Haremos un trabajo en equipo”. Esperemos entonces no ver el triste espectáculo de los gabinetes del renunciante PPK, con ministros que perseguían objetivos personales o de grupo, sin tener conciencia de que servían a todos los ciudadanos desde un ministerio. Es bueno que se proponga un trabajo en equipo y sería extraordinario que se cumpla. En especial en sectores sensibles como educación o salud, en los que se requiere mejorar la situación dramática de infraestructura básica y calidad de servicio, dejando en quinta línea aquello que nos divide y enfrenta. Por un lado, la gran mayoría de peruanos estigmatizados como ignorantes o retrógrados; por otro lado, dirigentes ministeriales y falsos líderes de opinión, quienes se autodefinen como la quinta espada de la revolución en educación y salud. Al medio, sindicatos que requieren atención mínima a sus demandas; pero que al mismo tiempo tienen la obligación de desideologizar esas demandas.

Las muestras tangibles de progreso en educación y salud deberían ser que no falte lo mínimo indispensable en nuestros hospitales; que la gente no tenga que hacer quince horas de cola para que al final le digan que no hay atención o que regrese mañana; que si no tienes dinero en efectivo puedan darte siquiera atención en emergencia, además de programas (privados) de apoyo de último recurso; que los colegios no sean de madera reciclada, cartón o esteras, con asientos de ladrillo y sin servicios higiénicos funcionales; que bibliotecas decentes con profesores comprometidos fomenten el hábito del estudio y la lectura; que las capacidades básicas que se miden en las pruebas Pisa se superen a satisfacción, etc.

Este momento de cambio y definición de un nuevo gabinete ministerial nos lleva a reiterar nuestra propuesta de reducir la cantidad de ministerios y de reforzar la profesionalización de los viceministerios. En este momento, sea cual fuere el perfil de los 19 ministros, todos son puestos políticos. Nuestra propuesta es la de reducir la cantidad de ministerios a seis, más el puesto de premier. Por su lado, la temática diversa de cada uno de los seis ministerios se cubriría con viceministerios que serían ocupados por profesionales de carrera. Los seis ministerios que proponemos son: 1) Relaciones Exteriores; 2) Economía y Finanzas; 3) Defensa; 4) Orden Interno; 5) Producción e Infraestructura; 6) Servicios Sociales. Acabaríamos también con los casos de premier con cartera. Siempre el premier sería “sin cartera” para que concentre su trabajo en una coordinación eficaz.

Un consejo de ministros con siete integrantes es más que suficiente. Uno como el actual, con 19 participantes, va contra las reglas mínima de administración eficaz. Parece un mitin, una algarada, una montonera. Y cuando invitan a algunos viceministros, terminan siendo cuarenta o más. No habría necesariamente reducción de personal, porque se seguirá requiriendo de gente que haga el trabajo de base. Pero sí se eliminarían los puestos de favor político, que con facilidad se llevan 30% (tal vez más) del presupuesto de cada sector. Una racionalización a favor del trabajo serio y en contra del tráfico de favores políticos que deviene en servilismo, obsecuencia y corrupción.

 

Darío Enríquez
04 de abril del 2018

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