El nuevo discurso electoral

¿Cómo asumir la representación política de la nueva clase media emergente?

El Perú ha cambiado de piel. La migración del campo la ciudad fue la única revolución triunfante, según Basadre. Sin embargo toda esa energía social está contenida en las clases medias emergentes que no encuentran en el estado el eco de sus demandas (seguridad, servicios públicos). Nunca antes en la historia republicana el estado ha tenido el presupuesto necesario para pasar del crecimiento al desarrollo, pero acaso jamás hemos sido testigos de tanta ineficiencia, ineficacia y casos de corrupción bochornosos como hoy.

Entramos a nueva etapa de elecciones para el 2016, la cuarta sin interrupciones del orden democrático. ¿Cómo lo hemos hecho? Desde 1895–1919, el fin de la República Aristocrática, que no era precisamente una república, no tenemos otro ejemplo en que el Perú haya gozado, con sus luces y sombras, de cierto orden institucional. La historia dice que, en promedio, cada diez años el Perú se hundía en el desencanto y resurgía la democracia para durar otra década y así sucesivamente. Pero otro es el Perú de hoy. Sin burguesía no hay democracia decía Barrington Moore.

Acaso todo eso confluye hoy con la discusión de izquierdas y derechas que se hace desde la academia, el periodismo y la opinión. En la izquierda se celebra el 50 aniversario de Vanguardia Revolucionaria (VR) con un balance histórico pero, sobre todo, delineando el camino a seguir. Hay cierto atisbo de reforma y ver la realidad tal como es. Sin embargo, el papel soporta todo. En el foro por sus cinco décadas han propuesto la posibilidad de un “socialismo de mercado”, mirando al Perú emergente y emprendedor, con la acción de un estado más eficiente. La izquierda vuelve a equivocarse.

Probablemente el diagnóstico es certero porque habíamos dicho que las clases medias necesitan un estado eficiente. Pero como todo no es color de rosa, la izquierda apellida al mercado (socialismo) y antepone el “clasismo”. Las clases medias son el reflejo de una revolución, pero no socialista sino capitalista.

Así, el Perú necesita un nuevo discurso electoral que incluya y no excluya, que sea globalizador y sin apellidos. Las clases medias emergentes, regionales y cholas no están representadas políticamente, no tiene expresión partidaria ni de movimientos. Si el APRA tuvo éxito fue porque apareció en los años 30 del siglo pasado incluyendo en un frente policlasista. Y si Belaúnde dijo en Chincheros “El Pueblo lo hizo” fue porque el estado era una abstracción en el Perú profundo.

Entonces el nuevo discurso electoral debe incorporar una alianza entre el estado y las clases medias emergentes. Partir de la realidad concreta es tomar a la práctica como único criterio de la verdad. Y la realidad es que esa clase media son ciudadanos no contribuyentes, son informales en su mayoría. Pero este Estado, tal como lo conocemos, confunde la formalización con pago de impuestos, elimina los incentivos y aumenta los costos de transacción. La Sunat se vuelve una Gestapo, olvidando que el mercado corrige, muchas veces mejor, sus propias fallas. Hay que hacer viable el desarrollo de las fuerzas productivas. El pequeño y mediano empresario –la clase media emergente- espera una alianza no solo social sino productiva.

Por años, la contradicción entre izquierdas y derechas fue entre capital–trabajo; hoy las clases medias, el capitalismo emergente, ha rectificado el error y la contradicción del Perú es entre la eficiencia de un estado a la altura de las circunstancias o la ineficiencia, la corrupción y la entropía. Los políticos tienen la última palabra.

Por Iván Arenas

10 – Jun – 2015