Daniel Córdova

El nuevo ciclo nacionalista en el mundo

El nuevo ciclo nacionalista en el mundo
Daniel Córdova
29 de junio del 2016

Cuando el odio y las emociones dominan las razones de la libertad

La evolución del capitalismo y de las relaciones internacionales ha estado siempre marcada por una correspondencia entre crisis y proteccionismo, por un lado, y prosperidad y libertad por el otro. Durante el medio siglo posterior a la Segunda Guerra Mundial se construyó un sistema que tendía a lo segundo; pero en el mundo occidental contemporáneo está empezando a dominar lo primero. El Brexit ha sido tal vez el más grande paso hacia atrás en más de medio siglo, el hito negativo más importante desde que los acuerdos de Bretton Woods (Naciones Unidas, Banco Mundial, FMI) generaron la posibilidad de décadas de paz y prosperidad en Occidente.

La crisis de 1929 y la humillación política y económica de Alemania durante la Primera Guerra Mundial incubaron la peor tragedia del mundo desarrollado del siglo XX: el nacionalsocialismo alemán y el fortalecimiento del nacionalismo a escala mundial, con el proteccionismo como la principal manifestación económica de dicho flagelo. La crisis económica fue el aliado perfecto de la búsqueda del enemigo en “el otro”, el de otro país, del odio nazi hacia el judío y, en consecuencia, del holocausto.

Las políticas económicas de las dictaduras nacionalistas alemana y japonesa, en expansión imperial, estaban atadas a la aventura militarista. La industria crecía al amparo del impulso estatal e iba de la mano con la producción de armamento. Poblaciones enteras cayeron en la tentación de las emociones del odio, del corporativismo, de la pertenencia a una masa uniforme alimentada por una ideología excluyente.

El costo para la humanidad lo conocemos. Millones de muertes absurdas y más de cuatro décadas de dictaduras comunistas en medio mundo, de las cuales hasta ahora se mantienen Cuba y Corea del Norte. La solución se fue dando conforme los Estados Unidos, Europa y Asia del Este empezaron a reducir sus barreras arancelarias. Conforme los capitales se fueron internacionalizando, las personas fueron migrando de un país a otro y las culturas fusionándose. Cuando se derribó el Muro de Berlín creímos que empezaba el fin de esta historia. Cuan equivocados estábamos.

Todo volvió a empezar con la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos. Luego vino la quiebra del estado de bienestar en Europa Occidental. Por el flanco izquierdo, movimientos de “indignados” cuestionaban la integración, la globalización y el capitalismo, al fin y al cabo. Por el flanco derecho el neofascismo también cuestionaba las bondades de la Unión Europea y, sobre todo, la inmigración. Y para colmo de males, la invasión de Irak y la guerra civil en Siria avivaron la Guerra Santa y el terrorismo del Islam integrista, que ya había atacado a Nueva York. Razón adicional para que el mensaje de odio, emotivo e irreflexivo, hacia la inmigración cale hondo en la población menos instruida, que sigue siendo mayoría.

A Donald Trump en Estados Unidos y Marine le Pen en Francia, por la derecha, se suma Podemos en España, castigado por una reacción de último minuto frente al Brexit, que triunfó dos días antes. Todos tienen en común el rechazo a la libertad, que no es otra cosa que reclamar la presencia del Estado para prohibir la libre circulación de capitales, mercancías y personas. En nombre de una falta justicia proponen reprimir libertades.

No sabemos en qué terminará todo esto. Ojalá sepamos reaccionar y movilizarnos por la libertad, aquí y en todo el mundo.

Daniel Córdova

 
Daniel Córdova
29 de junio del 2016

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