Dante Bobadilla

El “modelo” de la izquierda

El “modelo” de la izquierda
Dante Bobadilla
21 de mayo del 2015

¿Puede haber industria sin mercados ni entorno político, jurídico y social adecuado?

En el debate diario sobre el conflicto minero que conmociona al país, se escucha a menudo el sonsonete “nuevo modelo de desarrollo” en boca de quienes se oponen a la minería. En su concepto la minería pertenece a un modelo que catalogan de “extractivista primario exportador” que debe ser cambiado por un “desarrollo diversificado”, de manera que no se dependa solo de los recursos naturales no renovables.

A primera vista el asunto suena bastante lógico y hasta cautivador. ¿Quién en su sano juicio se opondría a tener un desarrollo diversificado? Pero no basta que las ideas suenen lógicas para que sean posibles. Las estrategias de desarrollo diseñadas en un escritorio desde alguna oficina con aire acondicionado, de una ONG u organismo internacional, solo sirven para adornar tesis de sociología y economía política, rellenar el discurso de candidatos que no tienen idea de lo que dicen, y para engañar a los incautos con poses de sabiduría. No es pues nada raro que haya toda una legión de nerds repitiendo como loros el evangelio del nuevo modelo de desarrollo.

El desarrollo no es algo que resulta de una estrategia repartida como recetario de hamburguesas para todos los países. Tampoco surge del deseo de un líder visionario que apuesta por algunas industrias escogiendo aliados políticos al otro lado del mundo, como hizo Hugo Chávez con Venirauto o el celular Vergatario, ambos rotundos fracasos que nunca superaron el 20% de sus metas. El desarrollo de un país es un proceso mucho más complejo que el de la sola voluntad de un líder iluminado o la aplicación de una fórmula mágica. Está relacionado más con factores culturales, geopolíticos, económicos y globales muy complejos. No se pueden desarrollar industrias si no se tiene mercados, insumos, mano de obra calificada, condiciones tributarias y laborales favorables con un ambiente político, jurídico y social adecuados.

Quienes repiten el sonsonete “nuevo modelo de desarrollo” parecen creer que el Estado puede dar una ley que diga “hágase”, y al minuto siguiente surgirá una nueva realidad, al igual que en el relato bíblico del Génesis, y aparecerán los ingenieros, los técnicos y la red articulada de diversas industrias conexas, vías y mercados que no tenemos. De hecho hay bastante misticismo estatista en esa tesis defendida generalmente por quienes tienen un pensamiento bastante elemental y pobre de la política. Son políticos baratos que aspiran a ser dioses desde el poder infinito del Estado, convencidos de que solo hace falta una ley y un ministerio para transformarlo todo.

De hecho hay países con desarrollo diversificado que incluyen a la minería entre sus industrias estratégicas. Pero acá los defensores del desarrollo diversificado no quieren incluir el aprovechamiento de los recursos naturales. Dicen no ser antimineros pero le ponen toda clase de trabas a la minería como un ridículo “ordenamiento territorial”, estudios de impacto ambiental que prueben cero contaminación, licencias sociales, sobrecostos y otras trabas. Nuestra riqueza natural debe quedarse enterrada por el capricho ideológico de estos profetas que solo quieren imponernos su “nuevo modelo de desarrollo”.

La verdad es que no tienen nada nuevo. Lo único que tienen es un viejo modelo de subdesarrollo con el que han llevado a varios países al fracaso. Bastaría recordar los discursos de Fidel Castro hace medio siglo atrás o los de Hugo Chávez hace 15 años y luego ver la realidad que dejaron.

 

Por Dante Bobadilla   21 - May - 2015  

Dante Bobadilla
21 de mayo del 2015

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