Jorge Valenzuela

El microcuento y la generación del 50

El microcuento y la generación del 50
Jorge Valenzuela
05 de noviembre del 2014

Sobre una interesante selección de microcuentos peruanos                    

La reciente aparición de la compilación Cincuenta microrrelatos de la generación del cincuenta, realizada por el joven crítico literario sanmarquino Óscar Gallegos, es un buen pretexto para referirnos al creciente interés tanto de lectores como de críticos por esta variante narrativa cuyas magníficas realizaciones podemos observar, en el Perú, en la práctica de escritores tan notables como Luis Loayza, Ribeyro, Zavaleta, Gálvez Ronceros, Mejía Valera, León Herrera, Salazar Bondy o Pepe Durand.

 Consideramos que la microtextualidad opera en todas aquellas manifestaciones  (ficcionales o no) del discurso, caracterizadas, esencialmente, por la brevedad, en los términos de la duración del discurso en el tiempo, y por el carácter elíptico de la expresión que le sirve de soporte comunicativo.

La microtextualidad es una constante discursiva que ha acompañado al hombre desde los tiempos más remotos para comunicar, en principio, contenidos asociados a lo normativo, cuya necesaria brevedad constituía el mejor medio para llegar a los destinatarios. Leyes, principios, mandamientos utilizaron a la brevedad para ser claros y efectivos. Por ello, la microtextualidad, puede asociarse en su etapa más prístina al poder, a su expresión y administración.

Dentro de lo microtextual podemos establecer dos ramas importantes: La microficcional y la microfactual. Pertenecen a la primera el microrrelato o microcuento, la parábola, la fábula, la anécdota, entre otras formas discursivas. e incluso podríamos incluir, saliendo de lo textual, al corto, al spot y al videoclip. Pertenecen a la segunda rama microtextos que carecen de dimensión ficcional y se sostienen en la dimensión expositiva argumentativa. Aquí tenemos a textos como la sentencia, el anuncio, la máxima, el precepto, la noticia, la fórmula, el pensamiento, el adagio, el aforismo, entre otros, atribuibles a autores reales.

En el campo del microcuento o microrrelato, destaquemos tres características esenciales: la brevedad, la ficcionalidad y la narratividad.

La primera es siempre relativa y responde a los condicionamientos de la cultura en que se manifiesta lo microficcional. Los márgenes los establece siempre el lector y la época. Es decir, la condición de la brevedad cambia con el tiempo. La segunda característica, la ficcionalidad, es fundamental, pues no debe dudarse de que el universo representado en un microrrelato  pertenezca al ámbito de la imaginación. La tercera, la narratividad, es clave para determinar que un microcuento lo sea en la medida en que es necesario que estén presentes siempre una situación inicial, una modificación de esa situación y un desenlace que puede volver a la situación inicial o apartarse de ella.

Otros de los recursos del microcuento son el carácter intertextual de lo narrado que remite a otro universo textual y potencia lo contado; la ironía y el humor que le otorgan una dimensión irreverente y desestabilizadora y por ello crítica de la realidad y, sobre todo, el poder de sugerencia a partir de lo no dicho o lo que debemos entender como la aplicación de la técnica del dato escondido. Este último elemento es clave en la estética del microcuento.

Para terminar, recordemos uno de los más famosos microtextos escritos por Ernest Hemingway bajo esta técnica: “For sale: baby shoes, never worn” o “Vendo zapatos de bebé sin usar”. Gracias a este microtexto es posible identificar el rasgo fundamental de la estética del microcuento, esto es, la inmensa capacidad de sugerencia de una realidad textual que debe ser reconstruida por el lector a partir de sus propias expectativas y experiencia.

Por Jorge Valenzuela

5 - nov - 2014  

Jorge Valenzuela
05 de noviembre del 2014

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