Neptalí Carpio

El mensaje de la revolución social

El mensaje de la revolución social
Neptalí Carpio
28 de julio del 2016

PPK priorizó la educación, la salud, la seguridad ciudadana y la formalización de la economía

El primer discurso presidencial de Pedro Pablo Kuczynski tuvo como objetivo fundamental proyectar una visión social de su mandato, poniendo una gran valla de logros de cara al Bicentenario de la República. Trató de atenuar aquella imagen tecnocrática que, según varias encuestas, señalaban que PPK sería un gobierno que beneficiaría principalmente a los empresarios. En ese propósito, ha logrado el impacto que requería intentando desde el comienzo corregir los vacíos del modelo económico predominante desde inicios de la década de los noventa.  

El otro momento para medidas específicas, que muchos analistas reclaman, será el mensaje del primer ministro Fernando Zavala a mediados de agosto, instante en el cual el gabinete entrante está obligado a poner el tren de aterrizaje al discurso visionario de PPK. Ello corresponde a nuestro régimen constitucional que determina roles específicos para el jefe de Estado y jefe de Gobierno (artículos 110 y 119 de nuestra constitución), tan venidos a menos en el Gobierno de Ollanta Humala; pero que fue muy bien utilizado, por ejemplo, cuando la dupla Fernando Belaunde y Manuel Ulloa, en los años ochenta cumplía un rol más acorde con el mandato constitucional. Le haría muy a la gobernabilidad, durante este nuevo gobierno, que el premier brille con luz propia, lidere la agenda gubernamental cotidiana y específica, y le deje a PPK cumplir más su rol de jefe de Estado: crear una voluntad nacional de diálogo y establecer los ejes de nuestro desarrollo nacional.

PPK ha querido posicionar en la conciencia ciudadana los propósitos de lo que él ha llamado “revolución social”, priorizando la atención a la educación, salud, agua potable, seguridad ciudadana, igualdad de género y la formalización de la economía. Sus metas son bastante ambiciosas y altas, como aquellas promesas de eliminar en el año 2021 la anemia, universalizar la salud pública o que el 60% del empleo sea formal. Contrariamente a lo que muchos suponían PPK habló muy poco de la promoción de la inversión privada, no porque no sea un tema prioritario, sino por el propio propósito de su discurso, proyectar un potente mensaje social, de alguien a quien siempre se le acusará de ser una opción fundamentalmente proempresarial.

Hay, sin embargo, dos graves omisiones en el mensaje visionario de PPK: no dijo una sola palabra sobre la estrategia para enfrentar el narcotráfico, ni menos para promover una reforma política. No olvidemos que PPK no hubiera ganado la segunda vuelta electoral si no hubiera alertado, ante su oponente, sobre los peligros que se ciernen sobre la posibilidad que el Perú se convierta en un narco Estado. Y esa amenaza no ha desaparecido; sobre todo,por la acusación de que en el actual parlamento existen por lo menos 21 parlamentarios ligados al narcotráfico. Una situación que compromete, en mayor o menor dimensión, a todas las bancadas parlamentarias.

En el caso de la reforma política, si bien los cambios en la ley electoral y del sistema de partidos políticos son una responsabilidad principal del Congreso de la Republica, el nuevo Presidente pudo, por lo menos, hacer una invocación al Congreso para que esas reformas sean aprobadas antes de las elecciones regionales y municipales del 2018. Ambas omisiones —la lucha contra el narcotráfico y la reforma política— le quitaron brillo al discurso visionario de PPK, y deberían ser corregidas en el plan de trabajo que Fernando Zavala presentará al parlamento nacional en los próximos días.

Los frutos de la acertada decisión de PPK de anunciar con bastante anticipación su gabinete ministerial, así como desarrollar un proceso amigable de transferencia —tanto en las cinco reuniones sostenidas con Ollanta Humala, como en todas las comisiones de transferencia en los ministerios— se verán en los próximos meses. Los nuevos ministros tienen toda la información —proyectos, medidas y obstáculos a enfrentar— para tomar inmediatamente decisiones que se sientan durante los primeros cien días de gobierno.

En eso mucho ayudará el hecho de que por primera vez tengamos un presidente con un prolongado trajín en la gestión pública y privada. No hay, pues, motivos para la improvisación ni los graves errores. Solo hay lugar para encender con prontitud los motores del crecimiento y de lo que PPK ha llamado, a su manera, la “revolución social”.

 

Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
28 de julio del 2016

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