Erick Flores

El liberalismo y los “mercados perfectos”

Pese a no ser “perfecto”, el mercado libre es el más deseable

El liberalismo y los “mercados perfectos”
Erick Flores
29 de mayo del 2018

 

La gran mayoría de críticas que se le han hecho al pensamiento liberal jamás han pasado de ser mitos bastante bien construidos que parten de interpretaciones erróneas sobre lo que en verdad significa y representa el liberalismo, o parten directamente de mentiras deliberadas que no resisten el mínimo rigor académico. Dentro de la diversa gama de “críticas” que personajes variopintos le han hecho a esta tradición de pensamiento, una de las más recurrentes tiene que ver con la idea que muestra a los liberales como férreos defensores de algo que se conoce como “el mercado perfecto”, idea que —según estos personajes— es un rasgo distintivo dentro del liberalismo, y no hay liberal que no defienda —en mayor o menor medida— esta idea.

Pues bien, lo primero que hay que decir sobre este asunto es que la crítica no es aplicable al liberalismo. No es aplicable básicamente porque: 1) el liberalismo parte del reconocimiento del hombre como un ser imperfecto, y 2) el mercado es una institución que existe ahí donde los individuos pueden establecer relaciones de intercambio con sus semejantes. Como el mercado tiene lugar a través de la interacción de seres imperfectos, lo natural es que el resultado de esa interacción también sea imperfecto. Esto demuestra no solo que se trata de una idea que no defendemos los liberales, sino que los mercados perfectos no son más que una ficción, algo inexistente en la realidad.

Si el liberalismo nada tiene que ver con la idea de los mercados perfectos, ¿qué es lo que defiende entonces? El liberalismo defiende la libertad individual para poder intercambiar en la sociedad, defiende los mercados libres. Un mercado libre es aquel donde los intercambios entre individuos son voluntarios y no existe ningún elemento de fuerza en las relaciones que establecen las personas. Se trata del famoso laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même, que en su traducción al castellano sería “dejar hacer y dejar pasar, que el mundo camina solo”.

Dicho esto, debemos tener en cuenta que estamos hablando del ideal teórico del liberalismo, y comprender que su aplicación a la realidad —al menos en la historia moderna— no ha existido en la forma en que se pensó. Ningún mercado es genuinamente libre al día de hoy, lo que significa que existen países que se acercan más al ideal teórico del liberalismo que otros. Y es esta relación entre teoría y práctica el mejor argumento para defender los mercados libres porque, pese a no ser perfectos, los resultados que el mercado puede ofrecer, en la medida en que sea más libre, son deseables en todos los sentidos posibles.

¿Queremos vivir en una sociedad como la de Liechtenstein, donde el mercado es uno de los más libres del mundo; o queremos vivir en una sociedad como la de Venezuela, donde el mercado es uno de los más intervenidos del mundo? A la luz de los hechos, creo que no es muy difícil responder la pregunta. Pero lo importante aquí es no perder de vista que existe una relación directa entre la libertad de los individuos para generar mercados libres y el éxito económico y social que se manifiesta en la riqueza, prosperidad, bienestar y desarrollo de las sociedades que apuestan por liberalizar sus mercados.

La defensa de los mercados libres no tendría que ser una cuestión exclusiva de los liberales, porque no se trata de usar una anteojera ideológica para marcar diferencias sustanciales, sino sentido común para evaluar los resultados. A final de cuentas, estamos hablando de lo que funciona y de lo que no. Y para infortunio de los críticos del liberalismo, la evidencia es incontrovertible.

 

Erick Flores
29 de mayo del 2018

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