Neptalí Carpio

El liberalismo y los fariseos legalistas

El liberalismo y los fariseos legalistas
Neptalí Carpio
11 de marzo del 2016

Formalismo del JNE excluye a Julio Guzmán

«La mayoría nunca establece lo que está bien o mal, la mayoría también puede equivocarse. Las decisiones por la mayoría establecen una regla, pero si esta no está de acuerdo con la libertad, entonces está equivocada». Este es un célebre pensamiento liberal de Karl Popper, el autor del libro  “La Sociedad  Abierta y sus Enemigos”.

Un pensamiento que bien vale la pena recordar a los miembros del JNE, especialmente a un magistrado amigo de un candidato presidencial como lo ha demostrado el diario La República. Aguda frase del pensador austriaco para quienes se agazapan en un formalismo ramplón al estilo del inefable ex - juez Malzón Urbina, para vetar la candidatura de Julio Guzmán. Un principio básico para recordar a algunos liberales convertidos en defensores del reglamentarismo, ocultando los verdaderos intentos por defender a quienes ya cumplieron un ciclo político en la vida política peruana.

La exclusión de Julio Guzmán es una artera maniobra jurídica al estilo chavista. Sobre todo cuando se ha mezclado en un mismo saco y, en un mismo cuarto de hora, el caso de un redomado plagiador, comprador conciencias y acusado de lavado de activos, con otro caso, donde existen presuntos errores administrativos, vetando la libertad que deberían tener cerca de un 20% de electores y de una gran mayoría de jóvenes de apoyar la candidatura de Julio Guzmán.

No votaré por Julio Guzmán, pero no estoy en la trinchera de quienes utilizando diversas presiones y argucias jurídicas han encajonado a los magistrados para sacar de carrera al candidato de Todos por el Perú. No he visto ningún caso en la historia peruana en que ningún militante, ningún pronunciamiento público, ninguna asamblea, proteste por una supuesta ausencia de democracia interna en un partido, pero un tribunal electoral quiere hacer justicia cuando nadie la reclama con nombre propio. Es patético que aquellos candidatos que no llegan juntos ni al 4% de las preferencias quieran hacer justicia cuando en el partido de Guzmán nadie la reclama.

El problema es el temor a la soberanía popular. Han recurrido a una argucia reglamentarista para derrotar a un adversario en las alturas con una gran coalición multipartidaria a manera de un pacto implícito. Un sector liberal, que en la economía siempre clama por anular la tramitología para promover las inversiones se convirtió de pronto en el campeón de la tramitología electoral para derrotar en la mesa y no en las urnas a quien para ellos es un líder improvisado e inexperto. Y le endilgan casi un poder mágico, como diosa del Olimpo a Nadine Heredia por empoderar a un líder que bordea el 20% del electorado. Es el mismo sector que en la ocasión en que el MOVADEF cumplió todos los procedimientos para inscribirse como partido, clamó con razón por la aplicación de la Pirámide de Kelssen, para que el JNE y el Tribunal Constitucional, deroguen un procedimiento basándose en la primacía de la Constitución y bloquear la inscripción legal de las huestes terroristas de Abimael. Y ahora se oponen para que ese principio se cumpla, cuando reconocidos juristas señalan que la prioridad es el derecho a la participación, a elegir y ser elegido, como principio constitucional por encima de cualquier norma de rango menor.  

Los líderes que durante décadas se negaron a modificar un sistema político altamente desprestigiado, son en realidad fariseos legalistas. Su hipocresía expresa un desesperado afán de sobrevivencia política. Afortunadamente, ni Alfredo Barnechea ni Verónica Mendoza, candidatos en ascenso, se han prestado para este veto electoral.    

La esencia del liberalismo político consiste en poner siempre por delante la soberanía popular, la pluralidad, la más amplia competencia política y la libertad. Es a partir de este ejercicio donde emerge el imperio de la ley y no al revés. Julio Guzmán no ha cometido ningún delito, no ha robado, plagiado, ni regalado dinero para comprar votos. Ha podido cometer errores administrativos, pero esa no es una razón para vetar a su partido y su candidatura. Si los adversarios de Guzmán creen que es un líder improvisado, sin equipo y de sospechosas relaciones con Nadine, deben convencer a la ciudadanía que no debe ser Presidente del Perú  y derrotarlo en las urnas, pero no sacarlo de carrera ejerciendo el abuso del derecho.                    

Por Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
11 de marzo del 2016

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