Neptalí Carpio

El inminente colapso del SIS

El inminente colapso del SIS
Neptalí Carpio
21 de octubre del 2016

El 40% de sus afiliados deberían pagar por sus servicios de salud

EL programa social más grande que gestiona el Estado es en realidad el Seguro Integral de Salud (SIS), que tiene 17 millones de beneficiarios. Como la mayoría de los programas sociales, acusa muy pronto filtraciones, inequidades y deformaciones que ponen en cuestión su sostenibilidad inmediata. La ancha brecha entre la demanda y la precaria oferta de este servicio estatal obliga a la entidad a recurrir al sector privado para cubrir el déficit de cobertura, con las secuelas de corrupción y privilegios que se ventila en estos días en los medios de comunicación.

No está mal que el sector privado colabore con el SIS a cambio de una contraprestación razonable. Lo grave es que habría cientos de miles de registrados que podrían atenderse directamente en clínicas privadas o los hospitales de Solidaridad, pero que utilizan un subsidio estatal sin realizar ninguna contribución económica, quitándole la oportunidad a los que realmente lo necesitan. Y es aquí donde aparecen grupos mercantilistas que luego no solo aprovechan para lucrar a través de convenios nada santos con el SIS, sino también logran atraer una cautiva cantera de clientes.

Lo primero que salta a la vista al analizar la composición social de los registrados en el SIS es la falta de correspondencia entre el total de la población pobre y de clase media del país; y la cantidad de población registrada que debería contribuir para sostener la cobertura del SIS, pero no lo hace. Si, según el INEI, el total de pobres asciende a 8.3 millones, se deduce que 8.7 millones inscritos en el SIS pertenecen a la clase media. El régimen contributivo contaba el año 2015 con solo 452,515 afiliados activos y 181,070 inactivos, de los cuales 430,515 provienen de las mypes e independientes. Esto indica que del total de inscritos en el SIS que deberían aportar económicamente, solo 5.2% lo hace. Aquí está la explicación de por qué el SIS es insostenible y camina a un inevitable colapso si el gobierno actual no toma drásticas medidas de sinceramiento.  

Las filtraciones indebidas en el SIS no son por iniciativa propia de sectores no pobres que quieren recibir atención gratuita, sino por la propia acción demagógica y populista del propio Estado. Los gobiernos de Alan García y Ollanta Humala han facilitado ese ingreso con las reformas realizadas en los últimos ochos años. Ambos gobiernos dieron diversas medidas para que este seguro subsidiado no esté dirigido solo a los peruanos de los estratos más pobres, sino a cualquiera que pertenezca a uno de los quince grupos que el Gobierno decidió beneficiar, sin implementar previamente un sistema de selección.

Hoy basta con solo acreditar en documento simple, ser miembro de una microempresa, club de madres, un comedor popular, el Vaso de Leche, un wawa wasi o incluso solo ser familiar del niño que asiste a una guardería pública para acceder directamente al seguro subsidiado. Pero, como diversos estudios han demostrado, esos programas tienen diversas modalidades de filtraciones y deformaciones y se convierten en realidad en fuentes para el acceso al SIS de personas que no pagan ninguna contribución, cuando en realidad sí deberían hacerlo.

De hecho, el propio SIS reconoce oficialmente que el 40% de los 17 millones de afiliados a través de estas categorías no corresponden a los quintiles de pobreza más bajos. Originalmente, el subsidio integral de atención de salud estaba concentrado en aquellos que pertenecían al quintil 1 (ingresos menores a 188 soles mensuales) y al 2 (no más de 345 soles mensuales). No hay que ser un analista de costos para percatarse de que, con esta situación, el SIS camina inevitablemente al colapso. Por esta razón, una de las primeras medidas que debe ejecutarse, con la anunciada reorganización del SIS, es sincerar drásticamente el universo de registrados, para establecer mecanismos adecuados y eficientes que permitan que los 8.7 millones de registrados que sí tienen capacidad contributiva, efectivamente lo hagan para garantizar su sostenibilidad.

De no ocurrir este cambio, pronto el SIS entrará en un colapso, por un dramático desborde de la demanda de servicios de atención sobre la precaria oferta de los establecimientos de salud pública.

 

Neptalí Carpio

 

Neptalí Carpio
21 de octubre del 2016

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