Guillermo De Vivanco

El Hombre

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Guillermo De Vivanco
04 de septiembre del 2014

Reflexiones necesarias acerca de la democracia y el totalitarismo

Chejov decía: “Dejemos a un lado a Dios y las así llamadas grandes ideas progresistas; comencemos por el hombre, seamos buenos y atentos para con el hombre sea éste lo que sea, comencemos por amar, respetar, y compadecer al hombre; sin eso no funcionará nada. A eso se le llama democracia.”

Mientras Estados Unidos ha experimentado entre Mayo, Junio y Julio el mayor crecimiento de los últimos cuatro años, en el Perú ha pasado lo inverso. Estos meses han sido los de menor crecimiento en los últimos años. La razón no se debe a una caída en los precios de los minerales, sino a un manejo medroso de la política. La falta de liderazgo y determinación han desacelerado el crecimiento, no hay otra explicación para que la inversión privada haya llegado durante el primer semestre del año a un exiguo 1 % del PBI. La irresponsabilidad de los dirigentes regionales es inmensa: han boicoteado el progreso, desalentado la inversión, y puesto en duda el principio de autoridad.

Los comunistas disfrazados con el manto ecológico ganaron su primera batalla semántica al plantear el dilema “oro o agua” como si fueran antagónicos. Esto es una falacia no desmentida correctamente. Lo que implica este dilema es satanizar el oro, o sea el sistema capitalista, el libre mercado, la inversión privada, el modelo económico, la autoridad. En cambio el agua representa la vida, el recurso más importante para una economía agraria-ganadera, que sin ella languidece. Sus protectores se arrogan la defensa ecológica ante el “ataque del capitalismo”. Apelando a la mentira y a la ignorancia plantean la incompatibilidad entre desarrollo minero y conservación del agua, y también ocultan maliciosamente la importancia del canon minero que permite desarrollo, trabajo e inversión. Callan hipócritamente ante la deforestación y la contaminación de la minería informal. ¡Cajamarca en el último lugar en crecimiento! Esa es tu diploma Santos y Arana.

Sin embargo los socialismos y comunismos y sus apóstoles totalitarios solo han llenado la historia de fracasos, sometimientos y pobreza. Pero valga una aclaración; no para las pandillas gobernantes sino para el pueblo oprimido. ¿Tan pronto olvidamos como se ha reducido la pobreza en el Perú los últimos años?

La avidez de poder de los Santos Arana es tan potente que no dudan en sacrificar el desarrollo y condenar a sus pueblos a la miseria. Los han usado como un medio para satisfacer sus ambiciones políticas. Ni el gobierno ni la Sociedad Nacional de Minería han estado a la altura del desafío. No han sabido defender la base moral del sistema.

Nos rasgamos las vestiduras por tres hectáreas de desierto en la frontera con Chile, cuando paralelamente perdemos miles de hectáreas llenas de riqueza dentro de nuestro territorio. Francamente ¿dónde creen que está el campo de batalla?

Alejandro Toledo pidió perdón a los Arequipeños por haber intentado privatizar la Empresa de Generación Eléctrica de Arequipa (EGASA), y la empresa de Generación Eléctrica Egesur. La primera trabajaba al 44% de su capacidad instalada y la segunda al 15%. La oferta de compra de la empresa Belga Tractebel fue por más de 150 millones de dólares más los planes de inversión. ¿Recuerdan el “arequipazo”? Nunca entendí si el perdón engolado de Toledo era por las 220,000 nuevas conexiones eléctricas que ya no se iban a instalar, o las 6,500 hectáreas que ya no se iban a irrigar. O, ¿era un perdón acomplejado y cobarde para retirarse humillado en su autoridad?

Termino con la profunda reflexión de Vasili Grossman en su épica novela Vida y Destino: “El Estado puede decidir, motu propio, encerrar la vida con diques, y entonces el hambre extrae, molécula a molécula, la proteína y la grasa de las células del cuerpo, ablanda los huesos, curva las piernas raquíticas de los niños, agua la sangre, hace dar vueltas a la cabeza, consume los músculos, devora el tejido nervioso. El hambre aplasta el alma; ahuyenta la alegría, la fe; sofoca la fuerza del pensamiento; hace nacer la sumisión, la bajeza, la crueldad, la desesperación y la indiferencia”.

¿Habrá existido en la historia de la humanidad alguna elite que conquistando el poder haya sufrido mínimamente de hambre? ¿Acaso los jerarcas comunistas chinos, o los bolcheviques rusos que tomaron el poder sufrieron las hambrunas que el pueblo vivió? Los socialistas, que luchan supuestamente por ideales de justicia e igualdad, cuando han llegado al poder nunca han gobernado bajo estas premisas. Han sometido al hombre como un medio para conseguir sus objetivos y no como un fin en sí mismo. El precio siempre fue muy alto: la libertad

Guillermo de Vivanco Roca Rey

Guillermo De Vivanco
04 de septiembre del 2014

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