Luis Cáceres Álvarez

El gruñido de un zorro

El gruñido de un zorro
Luis Cáceres Álvarez
13 de enero del 2017

Sobre Marco Ramón Huaroto (Atoq) y el gremio periodístico en el Perú

Más de cien atentados se cometieron contra los periodistas del país a lo largo del 2016 según la Oficina de Derechos Humanos del Periodista (OFIP) de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP). Este año comienza con una agresión que no puede quedar impune: a los 25 años, 10 meses y 17 días, a Marco Ramón Huaroto, reportero gráfico de Perú 21, le tocó enfrentar una de las experiencias más dolorosas de su vida: evitar cueste lo que cueste la ceguera de su ojo izquierdo.

El pasado 5 de enero hubo manifestaciones por el excesivo cobro de peajes en Puente Piedra. Si bien la Policía Nacional del Perú dispersa a una multitud cuando hay signos de violencia, existen grabaciones en las que se observa a efectivos disparar perdigones directamente a los cuerpos cercanos. Uno de estos proyectiles alcanzó al fotógrafo —quien cumplía con su deber de hombre de prensa—, llegó hasta el hueso que está detrás del ojo y rebotó, dejando esquirlas de 2.5 x 4.6 milímetros.

Marco Ramón, más conocido como Atoq (zorro en quechua), dejó la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tras dos años en antropología para quedarse con la fotografía del Centro de la Imagen. Practicante de fotografía para el diario Perú 21 y a mediados de 2014 estuvo entre los fundadores del colectivo fotográfico Maldeojo; y un año después fundaría Jauría, red de fotógrafos documentales, en Lima. Ha participado en uno de los encuentros latinoamericanos de Mediactivismo-Facción en Uruguay, a finales del 2015, y también en la muestra Los Rostros del Perú, del colectivo fotográfico Ojos Propios —para “rescatar y resaltar la identidad nacional”— en la Biblioteca Nacional del Perú a mediados del año pasado. Entre sus trabajos fotográficos más representativos están el seguimiento a las movidas underground de hip-hop, la cobertura de todas las marchas contra la Ley N° 30288 —o Régimen Laboral Juvenil—en la capital y un fotoensayo sobre el Takanakuy de Chumbivilcas, Cusco.

Para enviar a Marco Ramón a tratarse con especialistas, por recomendación de la clínica local que lo atendió, y después de largos, exagerados y tediosos trámites para llevarlo rumbo a Bascom Palmer Eye Institute de Miami, gracias a una visa humanitaria otorgada por la Embajada de Estados Unidos, tuvieron que pasar tres días y cuatro intentos de viaje. ¿A qué institución acudir, además de la empresa donde trabaja, para mayor apoyo? ¿Qué hacer en estos casos?

Solo faltaría que a su regreso, y para colmar la paciencia, a Atoq se le declare “culpable” por haber sido herido por perdigones. Algo así ocurrió en Brasil en el 2013, cuando el fotoperiodista Sérgio Silva cubría las protestas por el aumento de los precios del transporte público en Sao Paulo y fue golpeado en el ojo izquierdo por la Policía Militar, causándole ceguera. La justicia negó su petición de indemnización en contra del Estado porque se había colocado “en la línea de confrontación entre la policía y los manifestantes. Voluntaria y conscientemente asumió el riesgo de ser blanco de alguno de los grupos enfrentados”.

Para Atoq “el gremio periodístico no existe. No hay organización (en el Perú)”, en comparación a lo que ocurre en países vecinos hace buen tiempo. Los casos del AFI (Asociación de Fotógrafos Independientes) en Chile desde 1981 hasta 1990, quienes buscaron proteger la vida y publicar la obra de aquellos que denunciaban a la dictadura de Pinochet, y del ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina) activo desde 1942 hasta la actualidad, son ejemplos fuertes de defensa común de intereses.

Muchos perciben una enorme indiferencia. Lo más peligroso que puede haber en cualquier ámbito está en la advertencia de siempre: “esperar a que alguien muera para recién hacer algo”. Periodistas mayores enfatizan que las organizaciones “grandes e importantes” que velan por nuestros derechos laborales no son ahora clubs sociales. ¿Pero dónde están las voces de protesta de la Federación y el Colegio de Periodistas ante la represión policial? Pareciera que han llegado a ser un cementerio de elefantes, donde lo más notorio son festejos de fechas emblemáticas y no la transmisión de experiencias para las nuevas generaciones. Y por cierto, la Asociación de Reporteros Gráficos del Perú (ARGP) es otro saludo a la bandera. La ANP es la única que condena estos abusos y demanda que el ministro del Interior, Carlos Basombrío, entregue una investigación y sanción inmediata por lo sucedido.

La fotografía es energía, magia y sacrificio, y eso lo sabe bien Atoq. El verdadero espíritu de cuerpo está en los compañeros de trabajo que ven crecer a uno de manera directa. Podría llamarse gran galería de fotografía peruana contemporánea la campaña de apoyo prosalud convocada al día siguiente de la fatalidad en Facebook, donde Marco y otros fotógrafos exponen y venden su trabajo. De este modo, recaudan fondos para pagar los gastos que la familia no sea capaz de cubrir en el extranjero. ¿Dónde está Perú21 a todo esto?

Hasta el momento se espera que el ojo esté fuera de peligro con los resultados de la primera cirugía. La recuperación será lenta, y confiemos que cuando regrese el zorro encuentre a la jauría de los tukuyrikuy, los fotorreporteros peruanos, “quienes todo lo ven, todo lo oyen”, reunida en defensa de quien lo necesite, porque “esto le pudo haber pasado a cualquiera”.

Por: Luis Cáceres Álvarez

Luis Cáceres Álvarez
13 de enero del 2017

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