Nancy Arellano

El Gran Diálogo se da en el Parlamento

El Gran Diálogo se da en el Parlamento
Nancy Arellano
03 de agosto del 2016

El debate democrático es esencial para la política

Sorprende muchas veces leer a algunas personas, en las redes sociales, asentir ante lo acaecido en estos días en Nicaragua donde 28 diputados de la oposición, del Partido Liberal Independiente, han sido destituidos en una maniobra política absolutamente antidemocrática. La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia ha actuado, bajo excusa de que la bancada del Partido Liberal Independiente ha decidido desconocer a las autoridades del partido, pese a que estos finalmente habían decidido simplemente declararse independientes.

¿Pero por qué parte de los opositores del PLI desconocen a sus autoridades?  Hasta mayo del presente año Eduardo Montealegre era el representante legal del partido y máximo dirigente. El 8 de junio la Sala Constitucional de la Corte resolvió quitarle la representación jurídica de la agrupación y dársela a la facción de Pedro Reyes, cuyo nombre aparece asociado a un trabajo político pírrico y, según algunas voces, es colaboracionista con el gobierno de Ortega. En todo caso, de los 28 diputados, 24 fueron electos bajo la casilla del PLI cuando su representante legal era Montealegre, y los otros 4 son suplentes. Si las diferencias de democracia interna en el partido existen, lo coherente es resolver lo relativo a tales insatisfacciones en función de la legitimidad intrapartidaria. Pero en vista del artículo 31 de la Constitución Política de Nicaragua, que establece que los escaños en el legislativo pertenecen al partido en el que fueron electos los diputados, los 28 decidieron declararse independientes. No obstante, el fallo de la Corte sigue en vigencia y la oposición pareciera liquidada en el pleno. Aún quedan ocho diputados y doce suplentes del PLI que no se han pronunciado respecto a cuál facción apoyan, y sobre estos no ha habido mandato de separación de las curules.

Aquí hay tres puntos sobre orden y democracia. 1) La democracia es un valor en sí misma, y no puede sucumbir ante la tentativa de homogeneización partidaria. Es un exabrupto el pensar que un partido único puede ser símbolo de apertura y pluralismo. 2) La democracia como sistema de gobierno debe procurar que los procesos de democracia interna en los partidos se lleven a cabo. Si bien es importante que las instituciones velen por la democracia, no pueden cambiar el liderazgo partidario de facto, sin involucrar a las militancias de las propias agrupaciones. Menos aún si el partido de gobierno es opositor al partido implicado en la diatriba interna. 3) El orden democrático —o la gobernanza— es producto de la convención pactada por las partes más disímiles que convergen en un proyecto de país. Con la tensión y distensión se procura enriquecer el debate democrático; si no, no hay democracia. Y el Congreso es básicamente el mayor símbolo de debate; del Gran Diálogo que es, en esencia, la democracia.

La política lo toca todo, tiene esa virtud de empoderar y destruir. Es increíble que en pleno siglo XXI juntemos ladrillos derrumbados hace menos de treinta, para volver a alzar muros. Y decir otra vez la bendita palabra: revolución. ¿Y la evolución?

La situación de Nicaragua es preocupante, tanto como la de Venezuela; o incluso, y en otros términos, la de España. Sin caer en hablar de la afrenta Trump vs Hillary. La polarización está socavando el espíritu propio de la democracia, pretendiendo hablar de verdades absolutas, de nuevos césares y llevándonos a retroceder en el Gran Diálogo" que ha caracterizado a la civilización occidental.

El Gran Diálogo es una convención de contrarios, de mayorías y minorías, de pensamientos irruptores que han enriquecido a lo largo de nuestra historia las conquistas de las más variadas áreas del conocimiento. El Gran Diálogo se sucede al mismo tiempo en todos los espacios, en todos los lugares y todos los pensantes. El Gran Diálogo es democracia. El Gran Diálogo cobra vida, respira y late, en el Parlamento de las naciones. Sin el Gran Diálogo, y la diversidad parlamentaria como su aliento, la democracia desfallece.

 

Nancy Arellano

@nancyarellano

 
Nancy Arellano
03 de agosto del 2016

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