Franco Germaná Inga

El futuro es ayer

El mundo ya es otro y no nos hemos dado cuenta

El futuro es ayer
Franco Germaná Inga
21 de noviembre del 2017

Y en eso abrí los ojos y comprendí. Todo comenzó una noche de octubre mientras tomaba un vaso de leche que ya llevaba un día de vencida, lo cual francamente ya me ha pasado más de una vez desde que llegué a Edimburgo para hacer una maestría en Estudios de Políticas Públicas. Estaba solo sentado en la mesa de la cocina común, matando el tiempo, cuando entra en escena un compañero de piso hindú y nos ponemos a hablar mientras él cena. Esta vez fue diferente, varias veces ya habíamos conversado de cosas triviales, que si íbamos a tal o cual fiesta, que si conocíamos a tal o cual persona o las infaltables vicisitudes del corazón. Esta vez nos explicamos qué era lo que ambos estudiamos. Yo le hablé sobre el ciclo de las políticas públicas y él de la inteligencia artificial y el blockchain. Al escucharlo, comprendí.

Comprendí que hay varias cosas que no comprendía. Antes pensaba que la inteligencia artificial estaba confinada a la ciencia ficción. Pero estaba muy equivocado, porque ya está presente en nuestra vida diaria cada vez que nos etiquetan en una foto en Facebook y automáticamente el sistema reconoce a nuestros amigos por sus facciones y nos recomienda etiquetarlos. La inteligencia artificial, es, en esencia, hacer que una máquina piense y pueda aprender de manera autónoma; y tiene múltiples aplicaciones industriales y militares. Y sirve hasta para tener carros que se manejan solos, los cuales —dicho sea de paso— ya existen.

Comprendí que las transacciones como las conocemos cambiarán. El blockchain es una tecnología que permite almacenar datos de manera descentralizada y segura al imposibilitar sus alteraciones; con él se pueden crear desde monedas virtuales como el bitcoin, reformar los registros de propiedad como propone Hernando de Soto o hasta cambiar radicalmente la manera en la que se vota en las elecciones, permitiendo a cada persona auditar los resultados en tiempo real.

Comprendí que no solo se aprende de los libros, sino también de las personas. Desde ese momento en la cocina suelo compartir con mis compañeros lo que cada uno de nosotros estudiamos. Y afortunadamente la Universidad de Edimburgo es en extremo cosmopolita, lo que enriquece el proceso de aprendizaje. De esta experiencia me queda claro que esta nueva generación de jóvenes estudiantes tiene pasión por el aprendizaje, y es libre, audaz y tolerante frente a las diferencias culturales. Son ciudadanos del mundo que no ven la globalización como un riesgo por la competencia, sino como la oportunidad de sus vidas para cumplir sus sueños.

Finalmente, comprendí que el futuro es ayer y en el Perú ni cuenta nos hemos dado. La inteligencia artificial, el blockchain, las impresiones en 3D, la ingeniería genética y demás avances disruptivos del mañana se gestaron ayer en los países desarrollados. Seguir invirtiendo en educación es el único camino para sumarnos a la fiesta de la innovación. Y lo bueno es que esta no deja resaca.

 

Edimburgo, 20 de noviembre de 2017.

Franco Germaná Inga
21 de noviembre del 2017

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