Neptalí Carpio

El fujimorismo y el neofujimorismo

El fujimorismo y el neofujimorismo
Neptalí Carpio
22 de septiembre del 2017

El comportamiento heterodoxo de Kenji Fujimori

La cruzada solitaria que viene realizando Kenji Fujimori —y que le puede costar la exclusión de Fuerza Popular— se sustenta, sin embargo, en una grave contradicción: su discurso podría estar sembrando las raíces de lo que podría ser una versión renovada, menos autoritaria que la que exhibe su hermana mayor Keiko, pero pretende liberar a su padre Alberto Fujimori, el que en realidad es el mentor de una tradición autoritaria y hasta conservadora en muchos temas de las políticas públicas.

Kenji ha planteado diversas propuestas que no se condicen con el comportamiento de su padre cuando ejerció el Gobierno en el decenio de los noventa. El regreso a la bicameralidad, el respeto a las minorías sexuales, el voto facultativo, la promoción del Estado laico y un comportamiento concertador lo ubican en las antípodas del estilo de gestión de su padre. Kenji se sitúa como una propuesta fronteriza al liberalismo democrático; pero aquel discurso, que sepamos, nos es el pensamiento del actual inquilino de la DINOES. Salvo que el ex presidente durante estos años haya procesado una metamorfosis intelectual que hasta ahora no conocemos.

Cabe entonces hacerse la siguiente pregunta: ¿las propuestas actuales de Kenji forman parte un nuevo pensamiento consistente y dispuesto a perdurar en el tiempo, o son mera pose para crear un escenario y condiciones favorables para lograr el indulto de su padre? Si la opción es la primera, y esta tiene el respaldo de Alberto Fujimori, no cabe duda de que estamos ante los cimientos del neofujimorismo, una opción que tendría futuro político y podría expresar una recomposición del espacio social del fujimorismo en perspectivas del año 2021. En este caso, Keiko quedaría descolocada como heredera de una propuesta conservadora, autoritaria y populista, precisamente la que se ejerció el poder en los noventa y que ahora se expresa en diversas iniciativas legislativas y comportamientos; por ejemplo, representando a los sectores más conservadores de la iglesia.

En cambio, si el comportamiento es solo una pose de Kenji, en el futuro será esclavo de sus palabras y se mostrará, luego del indulto de Alberto Fujimori, como un líder oportunista y errático, volviendo al carril del verdadero pensamiento que expresa el “albertismo” más rancio y en el modo de pensar de las ex parlamentarias Martha Chávez y María Luisa Cuculiza. En ese caso y, a pesar de todo, Keiko aparecerá como una opción más coherente, independientemente de las profundas diferencias que se puede tener con ella.

Más allá de estas interrogantes, aún no resueltas, el hecho es que la actual crisis que vive el fujimorismo —a raíz de la controversia entre los hermanos y las diversas denuncias que vienen apareciendo contra varios parlamentarios, incluida la propia lideresa de Fuerza Popular— no solo se remite a esta tensión, sino al hecho objetivo de que después de cerca de 16 años de haber culminado el decenio de los noventa, resulta cada vez más precario el discurso fujimorista como base de unidad en las propias huestes de Fuerza Popular. Recientemente un periodista le preguntó a un parlamentario del fujimorismo cuál era el ideario de Fuerza Popular, y este no supo qué responder. Ese es un vacío de identidad que se hará más evidente cada año, y que a veces se intenta reemplazar con comportamientos intolerantes, insultantes o de una oposición estéril.

El actual comportamiento heterodoxo de Kenji y sus diversas propuestas muestran que hay un amplio espacio para el surgimiento de lo que podríamos denominar el neofujimorismo. Sin embargo, la soledad del hermano menor —sin exhibir un equipo, agrupamiento de seguidores ni bancada alternativa— nos hacen pensar que la propuesta no es seria ni consistente. Ocurriría entonces que tan pronto salga libre Alberto Fujimori, él será quien marque la pauta a su propio hijo menor.

Para fundar una corriente de opinión no basta con tener un exitoso cuarto de hora mediático, congraciarse con el poder de turno ni tener poses teatrales. Hace falta construir un equipo humano de seguidores, un estado mayor y una red nacional que sustente un nuevo liderazgo, y una nueva propuesta de renovación para el fujimorismo. No basta tampoco, como se sabe, que durante estos años Kenji haya sostenido su popularidad, en gran parte, por una extendida clientela en base a regalo y prebendas, porque ello no tiene nada de renovador. Y la gran pregunta que aún debe responder es de dónde proviene tanto dinero para sustentar esta clientela a nivel nacional.

Neptalí Carpio

 

Neptalí Carpio
22 de septiembre del 2017

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